ECONOMÍA, CAPITALISMO-CRÍTICA E INTERPRETACIÓN, MARXISMO, CRITICISMO (FILOSOFÍA), CIENCIAS POLÍTICAS
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Harvey, David
Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo /
David Harvey —
1.ª ed. — Quito: Editorial IAEN, 2014 - 296
p.; 15 x 24 cm (Prácticas constituyentes, n.o 4)
isbn:
978-9942-950-26-0
Instituto
de Altos Estudios Nacionales del Ecuador (IAEN)
PRÓLOGO
LA
CRISIS DEL CAPITALISMO QUE TOCA AHORA
LAS
CRISIS SON esenciales para la reproducción del capitalismo y en ellas sus
desequilibrios son confrontados, remodelados y reorganizados para crear una
nueva versión de su núcleo dinámico. Mucho es lo que se derriba y se deshecha
para hacer sitio a lo nuevo. Los espacios que fueron productivos se convierten
en eriales industriales, las viejas fábricas se derriban o se reconvierten para
nuevos usos, los barrios obreros se gentrifican. En otros lugares, las pequeñas
granjas y las explotaciones campesinas son desplazadas por la agricultura
industrial a gran escala o por nuevas e impolutas fábricas. Los parques
empresariales, los laboratorios de I+D y los centros de distribución y
almacenaje al por mayor se extienden por todas partes mezclándose con las urbanizaciones
periféricas conectadas por autopistas con enlaces en forma de trébol. Los
centros metropolitanos compiten por la altura y el glamur de sus torres de
oficinas y de sus edificios culturales icónicos, los megacentros comerciales
proliferan a discreción tanto en la ciudad como en los barrios periféricos,
algunos incluso con aeropuerto incorporado por el que pasan sin cesar hordas de
turistas y ejecutivos en un mundo ineluctablemente cosmopolita. Los campos de
golf y las urbanizaciones cerradas, que comenzaron en Estados Unidos, pueden
verse ahora en China, Chile e India, en marcado contraste con los extensos
asentamientos ocupados ilegalmente y autoconstruidos por sus moradores
oficialmente denominados slums [áreas urbanas hiperdegradadas], favelas o barrios
pobres.
Pero
lo más llamativo de las crisis no es tanto la trasformación total de los
espacios físicos, sino los cambios espectaculares que se producen en los modos
de pensamiento y de comprensión, en las instituciones y en las ideologías
dominantes, en las alianzas y en los procesos políticos, en las subjetividades
políticas, en las tecnologías y las formas organizativas, en las relaciones
sociales, en las costumbres y los gustos culturales que conforman la vida
cotidiana. Las crisis sacuden hasta la médula nuestras concepciones mentales y
nuestra posición en el mundo. Y todos nosotros, participantes inquietos y
habitantes de este mundo nuevo que emerge, tenemos que adaptarnos al nuevo
estado de cosas mediante la coerción o el consentimiento, aunque añadamos
nuestro granito de arena al estado calamitoso del mundo a causa de lo que
hacemos y de cómo pensamos y nos comportamos.
En
medio de una crisis es difícil prever dónde puede estar la salida. Las crisis
no son acontecimientos sencillos. Aunque tengan sus detonantes evidentes, los
cambios tectónicos que representan tardan muchos años en materializarse. La
crisis arrastrada durante tanto tiempo que comenzó con el desplome de la bolsa
de 1929, no se resolvió definitivamente hasta la década de 1950, después de que
el mundo pasara por la Depresión de la década de 1930 y la guerra global de la
de 1940. De igual manera, la crisis de la que advirtió la turbulencia en los
mercados de divisas internacionales en los últimos años de la década de 1960 y
los acontecimientos de 1968 en las calles de muchas ciudades (de París y
Chicago a Ciudad de México y Bangkok) no se solucionó hasta mediados de la
década de 1980, después de haber pasado, a principios de la de 1970, por el
colapso del sistema monetario internacional establecido en 1944 en Bretton
Woods, por una década turbulenta de luchas laborales (la de 1970) y por el
ascenso y la consolidación de las políticas del neoliberalismo bajo la égida de
Reagan, Thatcher, Khol, Pinochet y finalmente Deng en China.
A
posteriori no es difícil detectar numerosas señales que preceden a los
problemas mucho antes de que la crisis explote ante nuestros ojos y se haga
pública. Por ejemplo, las crecientes desigualdades en términos de riqueza
monetaria y de renta de la década de 1920 y la burbuja de los activos del
mercado inmobiliario, que explotó en 1928 en Estados Unidos, presagiaban el
colapso de 1929. De hecho, la forma de salir de una crisis contiene en sí misma
las raíces de la siguiente crisis. La financiarización global propulsada por el
hiperendeudamiento y cada vez menos regulada, que comenzó en la década de 1980
para solucionar los conflictos con los movimientos obreros, tuvo como
resultado, al facilitar la movilidad y la dispersión geográficas, la caída del
banco de inversiones Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008.
En
el momento que escribo han pasado más de cinco años desde aquel acontecimiento
que desencadenó los colapsos financieros en cascada posteriores. Si el pasado
sirve de algo, sería necio esperar ahora indicaciones claras sobre qué aspecto
tendría un capitalismo revitalizado (si es que tal cosa es posible), pero ya
deberíamos contar con diagnósticos concurrentes sobre lo que está mal y con una
proliferación de propuestas para enmendar las cosas. Lo que sorprende es la
penuria de teorías o estrategias políticas nuevas. A grandes rasgos, el mundo
está polarizado entre la continuación, como en Europa y Estados Unidos, si no
la profundización, de los remedios neoliberales monetaristas y basados en las
políticas del lado de la oferta, que enfatizan la austeridad como la medicina
adecuada para curar nuestros males; y la recuperación de alguna versión,
normalmente aguada, de
una expansión keynesiana de la demanda financiada mediante el endeudamiento,
como en China, que ignora la importancia que atribuía Keynes a la
redistribución de la renta a las clases bajas como uno de los componentes clave
de sus políticas públicas. Sea cual sea la estrategia política que se siga, el
resultado favorece al club de los multimillonarios que constituye ahora una
plutocracia cada vez más poderosa tanto a escala nacional como en el mundo
entero (caso de Rupert Murdoch). En todas partes, los ricos se están haciendo
cada vez más ricos a toda velocidad. Los cien multimillonarios más ricos del
mundo (de China, Rusia, India, México e Indonesia, tanto como de los centros
tradicionales de riqueza de América del Norte y Europa) añadieron 240 millardos
de dólares a sus arcas solo en 2012 (suficiente, calcula Oxfam, para terminar
con la pobreza mundial de un día para otro). En comparación, en el mejor de los
casos, el bienestar de las masas se estanca, o más probablemente se degrada de
manera acelerada o incluso catastrófica (como en Grecia y España).
ÍNDICE
Prólogo.
La crisis del capitalismo que toca ahora
Introducción.
Sobre la contradicción
Primera
parte. Las contradicciones fundamentales
Contradicción
1. Valor de uso y valor de cambio
Contradicción
2. El valor social del trabajo y
su
representación mediante el dinero
Contradicción
3. La propiedad privada y el Estado capitalista
Contradicción
4. Apropiación privada y riqueza común
Contradicción
5. Capital y trabajo
Contradicción
6. ¿El capital es una cosa o un proceso?
Contradicción
7. La contradictoria unidad entre producción y realización
Segunda
parte. Las contradicciones cambiantes
Contradicción
8.Tecnología, trabajo y disponibilidad humana
Contradicción
9. Divisiones del trabajo
Contradicción
10. Monopolio y competencia:
centralización
y descentralización
Contradicción
11. Desarrollos geográficos desiguales
y
producción de espacio
Contradicción
12.
Disparidades
de renta y riqueza
Contradicción
13.
Reproducción
social
Contradicción
14. Libertad y sometimiento
Tercera
parte. Las contradicciones peligrosas
Contradicción
15.
El
crecimiento exponencial y acumulativo sin fin
Contradicción
16.
La
relación del capital con la naturaleza
Contradicción
17. La rebelión de la naturaleza humana:
la
alienación universal
Conclusión.
Perspectivas de un futuro feliz pero disputado:
la
promesa del humanismo revolucionario
Epílogo.
Ideas para la acción política
Bibliografía
y otras lecturasFUENTE: Marxismo Critico
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