Discurso en la entrega de premios a obreros destacados del Ministerio de Industrias el 30 de abril de 1962.
Compañeros:
Compañeros trabajadores de todas nuestras industrias; compañeros
trabajadores componentes del coro de la CTC, que nos ha dado una
demostración del avance cultural de nuestro pueblo con sus magníficas
interpretaciones; compañeros todos:
Realmente quisiera decirles que es un momento emocionante para mí el
hablar ante esta asamblea. Hemos visto muchos actos de desprendimiento
de la clase obrera, muchos actos de amor por su trabajo, por su patria y
por su clase, y vemos cada momento que pasa como no hay otra salida, no
hay otra manera de interpretar los hechos, no hay otra forma de actuar
para un verdadero revolucionario consciente de sus deberes y, al mismo
tiempo, deseoso de arribar al triunfo en el menor tiempo posible, no hay
otro camino que el apoyo total, irrestricto en la clase obrera,
siguiendo sus orientaciones, pulsando sus opiniones, pulsando sus
emociones y tratando, a lo más en algún momento, de interpretar, quizá
un ápice mejor la realidad, para ordenar o para insinuar algún pequeño
cambio en el camino. Pero quien hace la historia, quien la hace día a
día mediante el trabajo y la lucha cotidiana, quien la firma y la
convierte en realidad en los grandes momentos, es la clase trabajadora,
son los obreros, son los campesinos, son ustedes, compañeros, los
creadores de esta Revolución, los creadores y sostenedores de todo lo
que tiene de bueno; y es para ustedes, pues, para todo el pueblo
trabajador, mi saludo más emocionado y más encendido en esta jornada.
(Aplausos.)
(…) Podemos decir que la definición del socialismo es muy sencilla;
se define por la productividad que está dada por la mecanización, por el
empleo adecuado de las máquinas al servicio de la sociedad, y por un
creciente aumento de la productividad y la conciencia, que está dada por
el poner los trabajadores todo lo que de sí tienen, en beneficio de la
sociedad; productividad, es decir, mayor producción, más conciencia; eso
es socialismo, y nosotros, lo que tenemos ahora, es que construir el
socialismo, aumentar la productividad y aumentar la conciencia día a
día.
(…) Compañeros: Creo que sería obvio explicar el porqué del acto, y
también el porqué de este acto en vísperas del Día Internacional de los
Trabajadores. Nunca ninguna fecha más honrosa, ninguna fecha mejor
recibida por los trabajadores del mundo entero, aun en las peores
condiciones de dominio imperialista, que el Primero de Mayo.
Con esta reunión hemos pretendido, compañeros, nada más y nada menos
que la dignificación plena del trabajo y la colocación del trabajo
productivo en bien de la sociedad como tarea fundamental, digna del más
alto elogio y al lado mismo de las otras dos grandes tareas
revolucionarias de este momento, que se aúnan y complementan: la defensa
del poder conquistado y el estudio, preparándose para nuevas tareas en
el porvenir.
(…) esta Revolución ha sido generosa en dar en los primeros años y
hoy ya no puede dar con la misma generosidad. Fue quizás algo
dispendiosa en sus bienes, pero de eso si no nos arrepentimos, no
podemos arrepentirnos de nuestros hospitales y de nuestras escuelas; no
podemos arrepentirnos de nuestros becados y de la cantidad de campesinos
que reciben, ahora sí, medicinas y atención médica en todos los
rincones del país. Podemos quizás arrepentirnos de algún centro
turístico demasiado elegante, pero en realidad también de los
trabajadores, podemos quizá lamentar algún dinero invertido en una
construcción que no era de las más necesarias. Sin embargo, en lo
fundamental todo el dinero del pueblo ha ido a construcción de bienes
sociales para el pueblo, bienes materiales que no se cuentan en pesos y
centavos todos los días, pero que alivian el presupuesto familiar en
todos los rincones del país.
Ahora, en este momento, tenemos que organizar uno de los lugares más
difíciles, uno de los puntos más difíciles, más conflictivos para todos
nosotros, un punto donde los capitalistas trabajan siempre para dividir a
la clase obrera: es el salario. Ahora, teníamos que ir nosotros a
regularlo otra vez, hacer que los menos, los menos «agraciados» digamos,
los que tenían los salarios menores y las condiciones más difíciles,
pudieran asegurar condiciones mínimas. Y para el futuro, para los nuevos
ingresos de trabajadores, no para los actuales, planteamos, y lo
planteamos ahora aquí y lo planteamos hace unos días también y lo
plantearemos ante el pueblo entero de Cuba, ante todos los Sindicatos
Nacionales y ante todos los Comités Sindicales, en cada lugar, donde
haya obreros trabajando, plantearemos nuestra demanda de una regulación
total del salario en Cuba, por lo menos en los sectores industriales del
Ministerio de Industrias, y en poco tiempo en los otros sectores de la
producción.
(…) No habrá diferencias en el futuro para los compañeros que
trabajen en una rama u otra, porque partimos de la base que todo el
conjunto de la producción industrial es un bien social, es un fondo
básico de los trabajadores, y que no debe cargar sobre los trabajadores
ni la desgracia de tener que trabajar en una industria poco rentable, ni
la gracia excesiva de tener que trabajar en una industria de las muy
rentables.
Simplemente, ahora todas las industrias son del pueblo y la
rentabilidad media que se logre en ellas será el grado de nuestro
desarrollo y medirá el grado de nuestro avance hacia el futuro.
(…) Debo decirles, compañeros, que si podemos ponernos de acuerdo en
todo esto que proponemos, y que después se verá detalladamente, habremos
dado un paso de avance que nos coloca entre los primeros países del
mundo capaces de afrontar el problema de los salarios. Porque el salario
es un viejo mal, es un mal que nace con el establecimiento del
capitalismo cuando la burguesía toma el poder destrozando al feudalismo,
y no muere siquiera en la etapa socialista. Se acaba, como último
resto, se agota digamos, cuando el dinero cese de circular, cuando se
llegue a la etapa ideal, al comunismo. (Aplausos.)
En salario, es decir, en dinero, se mide la distinta calificación de
todos los que reciben algo por trabajar. En dinero se mide también el
espíritu de trabajo de cada uno de los que trabajan en sus distintas
calificaciones. El dinero es la única medida que puede abarcarlo todo, y
en la época de la construcción del socialismo, en que todavía existen
relaciones mercantiles, nosotros tenemos que trabajar con el dinero.
Eso sí, tenemos que llevar los salarios a un lenguaje lo más racional
posible. Sería vano que yo tratara de explicarles a ustedes lo
irracional de los salarios en Cuba, porque ustedes lo conocen mejor que
yo, mucho mejor que yo, porque han vivido la injusticia de los salarios,
porque saben, con la injusticia inmanente a la clase obrera, que a
pesar de que a veces hay compañeros que reciben salarios muy
remunerativos por alguna tarea, sin embargo, ha habido grandes sectores
de la población que han recibido salarios de miseria durante muchos
años.
Cuando nosotros nos quejamos ahora de la falta de cortadores de caña y
nos olvidamos de lo duro que ha sido ese trabajo, del odio que ha
generado el trabajador cubano hacia esa forma de explotación terrible
que era el corte de caña; del hambre que seguía en el tiempo muerto; de
las esperanzas cada año siempre frustradas de la clase obrera al llegar
la época de la zafra. Nos olvidamos de que hoy los trabajadores quieren
hacer cualquier cosa, ir a cooperativas o granjas, a cualquier lugar
donde a veces el salario es más alto y donde las condiciones de trabajo
son diferentes o donde, por lo menos, se olvidan un poco de hambres
pasadas.
Y debemos recordar también el trabajo de los mineros en regiones
separadas del país, en regiones aisladas, trabajando bajo tierra en
condiciones insalubres, y que en el momento actual han unido a todas las
incomodidades propias de su profesión el problema de los
abastecimientos.
Y si recorremos así cada uno de los distintos sindicatos nacionales,
veremos que la mayoría de los trabajadores de Cuba no tienen motivo
ninguno de agradecimiento al capitalismo, ni tienen motivo alguno para
recordar con nostalgias tiempos idos; en este presente de hoy, lleno de
sacrificios, pero también lleno de esperanzas y de dignidad, es una
etapa nueva en la historia de Cuba y es una etapa nueva en la historia
de América, en la cual nos ha tocado la enorme dignidad de ser la
vanguardia de la liberación. (Aplausos.)
(…) El día Primero de Mayo está ligado y todos lo sabemos, a la clase
obrera del mundo entero. A veces nos olvidamos o nos olvidamos por un
momento, de la significación de esa fecha. A veces nos olvidamos que
Martí mismo fue testigo de la infamia que ha perdurado durante decenas
de años, y que se ha convertido después en el símbolo de la lucha de los
trabajadores por sus conquistas y por el poder.
El imperialismo naciente asesinaba a obreros un Primero de Mayo para
afianzar la dominación de su clase, pero desde aquel Primero de Mayo
hasta hoy la humanidad ha caminado muy rápido. Los mártires de Chicago,
cada uno de ellos, al morir sentía y lo proclamaba, que estaban muriendo
por la construcción de una sociedad nueva, sentían y lo proclamaban que
su sacrificio no era en vano, que esa bandera de lucha sería recogida
por los trabajadores de su país; y quizás alguno de ellos intuyera que
su bandera, su ejemplo y su memoria, sería recogida por los trabajadores
del mundo entero.
Pero cuando parecía que todavía por delante del imperialismo había
muchos años de dominio completo del mundo, y que sólo éste sería testigo
de las luchas entre imperialismos opuestos, entre la Alemania Imperial o
la Inglaterra de aquellas épocas, o la Francia, o los Estados Unidos,
al final de la primera gran Guerra Mundial surgió el primer Estado
Socialista. Desde ese momento todo ha cambiado.
De pronto, los trabajadores de Rusia, dirigidos por el genio de
Lenin… (Ovación), los trabajadores de Rusia, compañeros, pudieron tomar
el poder y después de años de sacrificio sin cuento, al lado de los
cuales nuestra situación actual es más que lo que pudieron soñar en
aquellos momentos los luchadores soviéticos que defendían su libertad y
el nuevo Estado obrero. Logró la Unión Soviética salir de aquella
situación embarazosa, y tras cuatro años de guerra civil ya establecerse
y ser reconocida definitivamente como un Estado soberano en el mundo.
No lo logró nadie más que la fuerza y la decisión de los obreros. No
había nadie que ayudara la decisión de los obreros soviéticos y el
espíritu internacional de los obreros del mundo era la única fuerza, mal
armada, mal comida, sin armas casi, sin vestidos, teniendo que soportar
condiciones de miseria terrible, la clase obrera de la Unión Soviética
fue forjando su porvenir allí.
Después de la gran Guerra Mundial -la Segunda- un rosario de países
socialistas ya empezaron a hacer comprender al mundo que la era del
capitalismo estaba tocando a su fin. La gran revolución china, después
de veinte años de lucha de la misma intensidad (aplausos) también
conquistaba el poder, aunque divididas, hermanas suyas en el Asia eran
las repúblicas de Corea y Vietnam. (Aplausos.) Y el primer día de enero
de 1959 huía un dictador de una pequeña isla del Caribe (aplausos), un
grupo de guerrilleros románticos, sin ideología, barbudos como única…
(Aplausos prolongados.) La barba y el fusil de mirilla eran la única
representación que veía el imperialismo de este nuevo movimiento;
muchachos jóvenes, fáciles de dominar; un cambio de nombre de los que se
suceden a diario en los ámbitos de nuestra pobre América, digamos, una
relación Frondizi-Guido (risas) ¡y todos contentos! Sin embargo,
compañeros, esta vez los ojos sagaces del imperialismo se enturbiaron
completamente (risas), no supieron ver detrás de aquel grupo de jóvenes
sucios y barbudos, que entraban a la Habana, la gran avalancha de pueblo
(aplausos) y todos nuestros hermanos de América, compañeros, cuando
decían que no se podía en estos momentos hacer nada porque las
condiciones no estaban maduras, la Revolución cubana les impulsaba al
combate, gritándoles: ¡se maduran en el camino las condiciones!
(Aplausos.)
Y cuando los compañeros de América razonaban: nuestro ejército es
enormemente poderoso, está armado con las armas más modernas y tiene
detrás el imperialismo, en la misma América la voz de la Revolución
cubana les decía: ¡no hay ejército por poderoso que sea que pueda
oponerse a un pueblo en armas! (Aplausos.)
Y cuando nos preguntan, compañeros, en qué pensaba Fidel pocos días
después del desastre de Alegría de Pío, la voz de la Revolución cubana
les contestaba: ¡pensaba en el poder para la clase obrera! (Aplausos.)
Y repetía nuestro líder una y otra vez: la clase obrera no debe
luchar por migajas que le arrojan desde el banquete, la clase obrera
tiene que luchar por el poder. (Aplausos.)
(…) Y nosotros, compañeros, ¿seremos espectadores tranquilos de esa
contienda? Es que nosotros, compañeros, tenemos responsabilidades
enormes; hemos dado el primer grito en América, hemos sido los actores
de esta nueva época histórica para nuestro Continente; somos un ejemplo y
tenemos responsabilidades de ejemplo. Debemos ser cada vez más firmes,
cada vez más conscientes, defender todos nuestros frentes de lucha del
enemigo que ataca día a día.
Porque no crea nadie que el enemigo imperialista estará quieto en
Cuba porque tenga otra frontera de su largo bastión de iniquidades
amenazado por allá por América, o en el otro lado, por el Asia, por el
Africa. El enemigo imperialista atacará aquí en una forma u otra, pero
atacará. Está buscando a cada momento la oportunidad para destruir a la
Revolución.
(…) Debemos de seguir serenos, debemos mantener nuestro paso, debemos
luchar por mantener y acrecentar nuestras conquistas y debemos luchar
con todas nuestras fuerzas para que las fuerzas de la paz se impongan;
debemos mostrar nuestra potencia para que no se equivoquen con nosotros,
para que no pongan en peligro la paz del mundo aquí, por nuestra propia
seguridad y por todos los pueblos del mundo. La imagen de fuerza que dé
Cuba al mundo entero debe ser una advertencia para los imperialistas y
debe ser un faro para todos los pueblos semicoloniales. Es decir,
compañeros, nuestra responsabilidad es enorme.
(…) Recuerden los tímidos, o los escépticos, el camino enorme que ha
recorrido la Revolución cubana, el paso seguro con que ha transcurrido,
la misma fuerza que le permite reconocer sus errores ante la opinión
pública, mostrar ante los trabajadores sus errores y aprestarse a
corregirlos con ellos mismos, con el pueblo entero.
Recuerden, compañeros, ese largo camino; recuerden también que
tenemos una fuerza militar organizada para defendernos de cualquier
agresión; recuerden los miles y miles de becados que estudian
preparándose para el porvenir, y cuando veamos todo eso tendremos una
visión cada vez más clara de lo que nos espera, del gran porvenir de la
Revolución cubana al lado de todos los pueblos del mundo, y juntos
podremos gritar ahora como hemos gritado durante estos últimos años, con
todas nuestras fuerzas desde la explosión de La Coubre: ¡Venceremos!
(Ovación.)