sábado, 16 de março de 2019

Publican libro sobre población aborigen cubana

Por Orfilio Peláez

Dibujo sobre la población aborigen en la Isla. Imágen: Referencial.


Tras varios años de cotejar datos, juntar una amplia gama de resultados investigativos, intercambiar criterios y poner a punto las imprescindibles coordinaciones, el libro Cuba: Arqueología y Legado Histórico, publicado recientemente por Ediciones Polymita, llena un vacío en la literatura científica nacional.

Conformada por más de 200 páginas de texto bien ilustradas con gráficos, tablas y excelentes fotografías, en las cuales resalta la amplia muestra de pictografías y petroglifos localizados en más de 300 estaciones de arte rupestre documentadas en el país, y los diversos objetos de madera empleados por nuestros aborígenes, la obra recoge los aportes de 29 reconocidos especialistas de las más disímiles disciplinas, que incluyen arqueólogos, biólogos, antropólogos, químicos, ingenieros, genetistas, historiadores, médicos y lingüistas.

En opinión del Doctor en Ciencias Armando Rangel Rivero, director del Museo Antropológico Montané, de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, y editor científico de la publicación, se trata de un libro excepcional que ofrece respuestas fundamentadas a distintas interrogantes referidas a las características y modo de vida de los primeros grupos poblacionales del archipiélago cubano, su clasificación, fecha de asentamiento en nuestras tierras, tipo de alimentación, sitios arqueológicos aborígenes reportados, la presencia aborigen en el patrimonio genético de la nación cubana, costumbres funerarias y conocimientos de medicina, entre otros tópicos.

“Cada uno de los autores contribuyó con sus conocimientos sobre los temas específicos abordados en los distintos capítulos, pero a la vez respetó el criterio de los demás investigadores involucrados en el proyecto.

Es fruto del esfuerzo colectivo, aquí no hubo líderes individuales”, subrayó.

Para el profesor Rangel Rivero, más allá de reconocer la presencia del legado aborigen en la identidad nacional cubana y ofrecer novedosos aportes a la ciencia en materia de arqueometría, estudios de ADN, dataciones y análisis históricos, por citar algunos ejemplos, el mérito principal del libro radica en ser auténticamente cubano, escrito solo por cubanos y en idioma español.

“La casi totalidad de los disponibles hasta ahora sobre la Cuba precolombina fueron elaborados por científicos foráneos, aunque ello no demerita para nada la excelencia de algunos de ellos”, manifestó.

Dentro de los capítulos sobresale el relacionado con la medicina de nuestros aborígenes, que se apoya en los planteamientos hechos en el siglo XIX por los galenos cubanos Enrique López Veitía, Antonio de Gordon y Acosta, y Arístides Mestre Hevia, tres de las personalidades científicas de la época que más tiempo dedicaron a indagar y escribir sobre el asunto.

Según valoraciones de López Veitía incorporadas a la publicación, los aborígenes sabían de la existencia de los huesos y que el cuerpo estaba sostenido por el esqueleto óseo. No duda en señalar que conocieran también las funciones del oído, el olfato, el gusto y el tacto.

Refiere que una de las prácticas más utilizadas por aquellos primitivos pobladores consistía en administrar purgantes para los problemas estomacales, en particular los preparados a partir del fruto del manzanillo, la resina del guacasí, las guayabas maduras y el bejuco.

En cuanto a la higiene personal, decía que tenían la costumbre de recortarse el cabello y el baño era frecuente, mientras las mujeres no realizaban el coito con la menstruación y se abstenían sexualmente al parir.

La obra también alude a lo expresado por el doctor Antonio de Gordon y Acosta, ilustre médico y miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, acerca de que los taínos disecaban los cadáveres de las personas importantes hasta dejarlos como momias, pero  conservando los huesos. Lo anterior hace suponer que conocían la posición de las vísceras.

Igualmente, aislaban a los enfermos presuntamente para evitar el contagio, y sus principales tratamientos fueron el hidroterápico, el sugestivo y el evacuante. Este último proceder era de uso común y se valían de distintos medios que indujeran el vómito, entre ellos el aceite de higuerilla o palmacristi.

Otras plantas empleadas con fines medicinales por los aborígenes cubanos eran la higuereta, el guayacán, el tabaco, la piña, la güira y el almácigo.

Un hecho relevante recogido en el libro radica en la confirmación por estudios de ADN nuclear de que los cubanos de hoy conservan una alta proporción de genes nativo americanos heredados a través de las madres.

Tan interesante investigación, cuya autora principal es la Doctora en Ciencias Beatriz Marcheco Teruel, directora del Centro Nacional de Genética Médica, esclarece, además, que las provincias con mayor porcentaje de genes nativo americanos por vía materna son Holguín y Las Tunas, en tanto Matanzas, Cienfuegos y Pinar del Río muestran las proporciones más bajas.

Como enunció el doctor Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana, en la presentación de Cuba: Arqueología y Legado Histórico, el libro contribuye a explicar muchas cosas desde los distintos ángulos en que la investigación se llevó a cabo y la variedad de puntos de vista plasmados en sus páginas por numerosos especialistas.

Su contenido nos recuerda que lo indio está detrás de nosotros, perdura en nuestra sangre; enaltece, asimismo, la huella aborigen que rescata del olvido y reivindica, aseveró.

(Con información de Granma)

FUENTE: Cubadebate

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