La
presente entrevista formó parte del proyecto de investigación de mi
tesis de licenciatura y me fue amablemente concedida por el Doctor
Adolfo Sánchez Vázquez el 31 de marzo de 2004, quien además revisó y
corrigió personalmente su transcripción.
1- Cuando escribe su Filosofía de la Praxis, ¿cuáles son las influencias teóricas que se expresan ella?
La
influencia primera y determinante es la de Marx, particularmente sus
trabajos de juventud, de los que obtengo, sobretodo, la concepción del
hombre como ser práctico y creador1.
Esta es la fuente fundamental. Otras que pudieran influirme son de dos
tipos: unas fuentes, anteriores, son las del marxismo de los años
veintes, representado por el joven Lukács de Historia y conciencia de clase2,
obra que me impresionó extraordinariamente; al igual que otra obra
también importante de la época que me influyó bastante: la de Karl
Korsch Marxismo y Filosofía3.
Pero, además, de estas influencias o motivaciones teóricas, está
también la de una corriente, que ya se daba en la Europa occidental e
incluso dentro del propio movimiento comunista mundial, y que ponía en
crisis, en cuestión, todo el marxismo ortodoxo tradicional. Me refiero
particularmente a los trabajos de Henri Lefebvre en Francia4, y a los de los marxistas italianos5. Todo este material me sirvió de base, y, en cierto modo, influyó en la elaboración de mi Filosofía de la Praxis6.
2- Me interesa saber si hubo alguna influencia en particular de la obra de Antonio Gramsci.
Había,
en verdad, una influencia un tanto general, un tanto vaga, dado que yo
tenía cierta idea del pensamiento de Gramsci; pero en realidad cuando
empecé a elaborar mi Filosofía de la Praxis
no tenía un contacto directo con su obra; así, pues, no pude
beneficiarme de la aportación que ya representaba Gramsci, en la
elaboración de mi obra, sobre todo en la primera edición.
3- En este sentido, otra influencia con la que se le pudiera vincular es la del grupo yugoslavo “Praxis”7, ¿usted ya lo conocía?
No, con
el grupo “Praxis” me ocurrió algo parecido a lo que me sucedió con
Gramsci. Aunque íbamos por un camino teórico un tanto paralelo, al
elaborar mi Tesis de doctorado, que sirvió de base para la primera
edición de 1967, yo no tenía contacto alguno con el grupo, aunque de él
tenía un conocimiento lejano y algunas referencias de su actividad. Fue
posteriormente, cuando ya se había publicado la primera edición de mi
libro, que entré en contacto con el grupo y llegué a tener una relación
bastante directa con él, hasta el punto de asistir a varias de las
reuniones que llevaban a cabo en la isla de Korçula cada año. Aunque el
grupo “Praxis” compartía con el marxismo oficial dominante en Yugoslavia
una actitud crítica ante el marxismo soviético; este grupo representaba
una posición más crítica, más radical, que la de la filosofía que
dominaba en las universidades yugoslavas. Por ello, tuvo problemas e
incluso los representantes más destacados del grupo fueron expulsados de
las universidades. Tuve, pues, una relación bastante directa con ellos.
Hasta el punto de que por iniciativa de Gajo Petrovich, se tradujo al
serbocroata mi Filosofía de la Praxis, en su segunda edición.
4- Entonces, ¿podemos afirmar que se trata de desarrollos autónomos?
Sí, autónomos. Incluso en la segunda edición de la Filosofía de la Praxis de 1980, al referirme al grupo, marco ya cierta distancia desde mi concepción de la Filosofía de la Praxis.
5- Cuando usted establece en su obra Filosofía de la Praxis esta relación entre teoría y práctica, ¿podríamos decir que la práctica sirve a la teoría como criterio epistemológico?
Sí,
creo que hay que darle un estatus importante y central, pero sin
considerarla como autónoma con respecto a la teoría; es decir, no
podemos concebir la práctica sin estar fecundada por la teoría. Y la
fecunda en cuanto que establece sus fines y objetivos y fundamenta la su
razón; y en cuanto que sirve de criterio de verificación de la
práctica. De manera que se trata de una relación indisoluble. La teoría,
ciertamente, la teoría que a nosotros nos interesa para una práctica
revolucionaria, es inseparable de la práctica, pero, a su vez esta
práctica es inseparable de la teoría. Lo cual no ignora, naturalmente,
que cierto tipo de teorías, las teoría idealistas, tienden justamente a
autonomizarse o independizarse de la práctica.
6- Usted plantea en la Filosofía de la Praxis
que la teoría mantiene una relación de autonomía relativa con la
práctica, creándose así una autonomía positiva. Pero, cuando la teoría
no tiene como objetivo un fin práctico, ¿se trata entonces de una teoría
negativa?
Ciertamente,
una teoría que se desliga de la práctica, cae justamente en el
abstraccionismo, en el universalismo abstracto. Y, si se trata de una
teoría que postula también la necesidad de una transformación social,
puede caer en la utopía o en el diseño de una práctica impotente. Tales
serían los efectos negativos de una teoría que se desliga de la
práctica. En este sentido, podríamos hablar de una teoría en un sentido
negativo, pero, claro está, la teoría que a nosotros nos interesa es la
teoría en sentido positivo.
La
teoría es tan importante que sin ella, como decía Lenin, no puede haber
una práctica revolucionaria. Y esto se desprende claramente de la Tesis
XI de Marx sobre Feuerbach. Marx nunca ha subestimado el papel de la
teoría; por el contrario, la teoría es importantísima, pero, desligada
de la práctica, se convierte en un factor
7- Algunos autores han afirmado que su Filosofía de la Praxis hace
de la práctica política y de la unión entre teoría y práctica, algo que
en los hechos resulta imposible de concretar, ¿qué respondería a estas
críticas?
En
primer lugar, esta unión entre la teoría y la práctica es siempre
relativa, nunca puede ser absoluta, ya que tiene que estar mediada por
determinadas condiciones y circunstancias. Por tanto, nunca puede darse
una armonía totalmente satisfactoria entre la teoría y la práctica. Unas
veces la teoría va a la zaga de la práctica, y otras veces es la
práctica la que va a la zaga e incluso hay prácticas negativas. De
manera que, establecida la necesidad de la unidad entre teoría y
práctica, esta unidad no puede absolutizarse.
8- A partir de sus estudios sobre sus Manuscritos del 44
de Karl Marx, usted afirma que el marxismo –el marxismo que se
desprende de Marx–, se integra por dos aspectos: uno ideológico y otro
científico. ¿Cuáles son los aspectos ideológicos en Marx?
He
señalado no dos sino cuatro aspectos. Uno de ellos, el de la crítica de
la realidad existente, fundamentalmente la del capitalismo. La crítica
de esta sociedad expresa una inconformidad con ella y, por tanto, la
necesidad de una alternativa para resolver o superar los males sociales
que se critican. Así, pues, el marxismo es, en primer lugar, una crítica
de lo existente, y, en segundo término, un proyecto de sociedad más
justa, más libre, etc. Como alternativa a la sociedad criticada, este
proyecto implica una concepción de la sociedad futura regida por ciertos
fines y valores. En ese sentido podemos hablar de un aspecto que por
los valores y los fines que se propone, constituye el aspecto
propiamente ideológico o valorativo del marxismo. Es justamente su
proyecto de transformación donde aparece sobre todo el contenido
ideológico del marxismo. En tercer lugar el marxismo es un conocimiento
de la realidad que se pretende transformar, pues de no serlo estaríamos
en el terreno de los socialistas utópicos: en el de buenos proyectos que
no se fundamentan racionalmente. Y, en cuarto lugar, está la vocación
práctica necesaria para llevar a cabo el proyecto de transformación. Si
bien lo que llamo el aspecto ideológico o valorativo es consustancial
con el marxismo, éste no puede reducirse, obviamente, a trazar ese
proyecto cargado de ideología, sino que necesita conocer la realidad a
transformar y de ahí la necesidad del aspecto científico del marxismo.
9- ¿Podríamos hablar, entonces, de ideologías positivas e ideologías negativas?
Esta
es una cuestión de la que me he ocupado ya ampliamente en una polémica
con el Doctor Luis Villoro. A mi modo de ver, la ideología puede
concebirse en dos sentidos: uno que es el más propiamente abordado por
Marx, la ideología en un sentido limitado; como conciencia falsa, como
una visión deformada de la realidad, deformada por los intereses de la
clase social correspondiente. En este sentido maneja Marx el concepto de
ideología, refiriéndose naturalmente a la ideología dominante en su
época: la ideología burguesa. Y con respecto a ella, Marx caracteriza la
ideología como conciencia falsa, pervertida, deformada, etc. Tal es el
concepto estrecho o limitado de ideología, un concepto que considero
válido. Ahora bien, pienso también que en toda lucha emancipatoria hay
un contenido ideológico constituido justamente por los ideales, los
valores y principios que se pretenden realizar. Si nos quedáramos con el
concepto estrecho de ideología como el único aceptable, carecería de
sentido hablar de ideología proletaria, socialista, pues sería un
contrasentido decir que la ideología, en esos casos, es una visión
deformada, limitada, perturbada de la realidad. Creo, por ello, que se
hace necesario ampliar el concepto limitado de ideología y darle un
sentido amplio. Este sentido amplio ya lo manejó Lenin y, en cierto
modo, también se podría documentar en algunos textos de Marx.
10-
Sobre sus lecturas de la obra de Antonio Gramsci, ¿qué opinión le
merece su concepto de hegemonía y la idea de que el consenso, la
hegemonía ideológica, es previo inclusive a la toma del poder?
Es una
idea muy importante, que, en cierto modo, rompe con la teoría
tradicional que vincula el proceso radical de transformación con una
ruptura radical en un momento determinado. Me parece una aportación
importante, muy digna de tener en cuenta, entendida en el sentido de que
el dominio que ha de llevar a un cambio del poder es incluso previo a
la toma o al acceso al mismo. De ahí la importancia que da Gramsci a los
factores culturales o ideológicos. Por ello, pienso que el concepto de
hegemonía es muy fructífero y que, en cierto modo, representa una
valiosa aportación con respecto a la concepción del marxismo tradicional
sobre este punto.
11-
Y, sin embargo, usted ha señalado también que Gramsci carga con
demasiada subjetividad y que elimina este aspecto que usted considera
muy importante: el científico del marxismo.
Sí, sin
suscribir totalmente la crítica de Althusser creo que hay que reconocer
que Gramsci carga el acento, demasiado, en el factor subjetivo, y que
hay en él una cierta subestimación de los factores objetivos que
requieren naturalmente, un conocimiento de la realidad, y por tanto, del
aspecto científico del marxismo.
12- Por último, en una entrevista que usted concedió en el año de 1984, publicada posteriormente Cuadernos Políticos
en 1985, se le preguntaba, en ese momento, qué elementos del marxismo
consideraba vigentes y qué otros consideraba caducos o inadecuados. Me
interesa formular nuevamente esta pregunta a veinte años de dicha
entrevista, en el contexto mundial de los cambios históricos que se han
sufrido de 1984 a la fecha. ¿Qué le parece vigente y caduco en el
marxismo, hoy día?
Bueno,
no recuerdo exactamente los puntos que señalaba en ese terreno, pero
recuerdo que yo ya señalaba, y creo que la realidad no ha hecho mas que
confirmar, que la tesis de Marx del proletariado como sujeto exclusivo y
central de transformación radical de la sociedad, no se ha verificado
en la realidad, que, a medida que avanzamos históricamente, vemos el
papel que desempeñan otros sujetos sociales, contradiciendo precisamente
la tesis marxiana de la exclusividad y centralidad del proletariado.
Otro
aspecto que habría que subrayar y superar, es el reduccionismo de clase
que encontramos en Marx. Aunque sigue siendo válida, a mi juicio la
Tesis marxiana de que las contradicciones esenciales del capitalismo son
contradicciones de clase, y, reconocido el importante papel de esa
contradicciones y de la lucha de clases, vemos que todo el proceso
histórico posterior nos muestra la existencia de otras contradicciones
de carácter nacional, racial, de género, religioso, generacional,
étnico, etc. Justamente con base en esta pluralidad de contradicciones,
podemos tener también, en nuestros días, una visión del sujeto histórico
que deje atrás el exclusivismo con el que lo pensaba Marx. Ciertamente,
hoy vemos toda una serie de sujetos interviniendo en los movimientos
sociales contra el capitalismo globalizador. Esto corresponde a la
realidad objetiva actual. Para Marx el problema fundamental era atender a
las aspiraciones de la clase más explotada y más oprimida: el
proletariado; los males que engendraba el capitalismo se veían casi
exclusivamente con relación a esta clase. Hoy vemos que el capitalismo
al agravar, con su propio desarrollo, todos sus males y crear otros
nuevos, amenaza no solamente los intereses y aspiraciones de la clase en
la que Marx fijaba entonces su atención, sino los de los más diversos
sectores sociales: mujeres, jóvenes, etnias, clases medias, etc. Y no
solamente los de ellos, pues el desarrollo tecnológico orientado por el
lucro, la ganancia, la rentabilidad, amenaza a la supervivencia misma de
la humanidad. Hoy es posible lo que Marx ni siquiera podía imaginar: la
posibilidad de un cataclismo ecológico, de un holocausto nuclear, de un
desarrollo caótico o incontrolado de la ingeniería genética.
Justamente, porque hoy están en juego los intereses y aspiraciones de la
mayoría de la sociedad, de los más amplios sectores sociales e incluso
de toda la humanidad; la lucha contra el capitalismo no es patrimonio de
una clase determinada sino de toda la humanidad. Este carácter
anticapitalista es el que se pone de manifiesto en el movimiento
antiglobalizador y contra la guerra de nuestros días, aunque en estos
movimientos todavía no se defina, o no haya una conciencia en la
alternativa social al capitalismo. Pero lo que sí está claro con estos
movimientos es que ya no es sólo una clase la que se enfrenta al
capitalismo, sino todo un conglomerado o conjunto de clases y sectores
sociales, justamente porque el capitalismo depredador amenaza a todos.
13- Y, ¿esto significa que el sujeto histórico de Marx, el proletariado, se disuelve en este conglomerado?
Creo
que a la clase obrera le corresponde un papel importante, aunque no lo
desempeñe hoy, justamente por el peso que tiene en la vida económica de
la sociedad, y, por tanto, en la transformación de ella; pero obviamente
sin excluir, ni rebajar el papel activo de otros sectores, clases y
fuerzas sociales.
NOTAS
1 En el texto El joven Marx. Los manuscritos económico filosóficos de 1844,
reeditado por última ocasión en 2003, Sánchez Vázquez delimita con
claridad cuáles son las obras fundamentales del periodo de juventud de
Marx sobre las que desarrolla su trabajo. Éstas son los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, los Cuadernos de París y las Tesis sobre Feuerbach;
lo que no significa, por supuesto, que no tuviera en consideración
obras muy importantes, relacionadas con el mismo periodo, como son la Crítica a la filosofía del derecho o la Ideología alemana.
2 Historia y consciencia de clase se publica en 1923. La obra reúne textos que Lukács había elaborado desde 1919, entre ellos destaca el ensayo titulado La cosificación y la consciencia del proletariado.
Tal como reconoció después el autor, la influencia de Simmel, de Weber,
de Dilthey, de Sorel, de Luxembug, pero fundamentalmente de Hegel
marcan el sentido general de esta obra. En sus palabras, Historia y consciencia de
clase significó el intento acaso más radical de reactualizar lo
revolucionario de Marx mediante una renovación y continuación de la
dialéctica hegeliana. La disposición central de la subjetividad en la
configuración de la teoría revolucionaria y la categorización de la
cosificación capitalista fueron las consecuencias más profundas de la
explosiva publicación de este texto en la década de los años veinte.
3 Marxismo y filosofía,
también publicado en 1923, es –a decir del propio Sánchez Vázquez en el
prólogo que preparó para la edición de ERA en 1971– “El intento de
Korsch de restablecer las relaciones entre marxismo y filosofía y, con
ellas, de la teoría y la praxis, desembocaba así en una oposición
irreductible entre su interpretación del marxismo, como unidad
indisoluble de teoría y praxis, y el marxismo científico-positivista o
materialista predialéctico que negaba esa unidad”.
4 Lefebvre fue el traductor y editor de los Manuscritos econonómicos-filosóficos de 1844 al francés –primera edición del texto a una lengua distinta al ruso y el alemán–. Su magna obra Materialismo dialéctico, fue escrita entre 1934-35 .
5
Entre los maristas italianos destacan: Antonio Labriola que
conceptualizó como filosofía de la praxis al núcleo vital y epistémico
del marxismo en su Dilucidaciones preliminares sobre el materialismo histórico, 1897, y Giovanni Gentile que escribió La filosofía de Marx en 1899, texto en el que, desde las Tesis sobre Feuerbach, se sostenía que la praxis humana es el agente último de la historia.
6 En1967 se publicó la primera edición del texto Filosofía de la praxis,
que era resultado del trabajo de la tesis doctoral de Sánchez Vázquez,
y, más de una década después, 1980, se publicó una segunda edición con
algunos cambios que buscaban actualizar el texto. En el prólogo a la
edición de 1980, Sánchez Vázquez señala sobre la primera edición de la
obra que sus objetivos fueron: primero, deslindar el marxismo del que
filosóficamente lo reducía a una interpretación más del mundo; segundo,
marcar distancias respecto de un marxismo cientificista; y, por último,
revalorizar el contenido humanista del marxismo.
7
En la todavía Yugoslavia, un grupo de filósofos –Gajo Petrovic, Mihailo
Mardovik, Milan Kangrga, Rudi Supek, entre otros– se articularon en
torno a la revista Praxis desde mediados de la década de los
sesenta. Su postulado central, reconoce el propio Sánchez Vázquez, fue
que el hombre es esencialmente el “ser de la praxis”, capaz de desplegar
una actividad libre, creadora, para transformar el mundo.
FUENTE: Marxismo Crítico
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