quarta-feira, 29 de novembro de 2017

IX Feira Estadual da Reforma Agrária Cicero Guedes

Organizado por MST - RJ

De 4 a 6 de dezembro de 2017
Das 10 às 19 horas
Largo da Carioca - Centro - Rio de Janeiro - RJ


Durante os dias 4,5 e 6 de dezembro o Largo da Carioca receberá a IX edição da Feira Estadual da Reforma Agrária Cícero Guedes.
Esta feira é um espaço de socialização dos sabores e saberes da terra, da agricultura camponesa do Brasil, de resistências e luta por direitos. 
Venham apoiar a construção deste evento coletivo que depende da participação de todxs em defesa da Feira Estadual que é Patrimônio (Lei 5.999-2016) e também reconhecida como calendário oficial da cidade do Rio de Janeiro.

X Feira Estadual da Reforma Agrária Cicero Guedes

#vaiterfeiraSIM 
#FeiraÉpatrimonio 
#TerraCrioula 

Coletivo de Comunicação MST RJ

MAIS INFORMAÇÕES

segunda-feira, 27 de novembro de 2017

Conflitos: fotografia e violência política no Brasil 1889-1964

Exposição do Instituto Moreira Salles (IMS) do Rio de Janeiro reúne 338 imagens contradiz a imagem do Brasil como país pacífico

Para Heloisa Espada, curadora da exposição e coordenadora de artes visuais do IMS, a mostra “não é um retrato de um país feliz, é o retrato de um país em convulsão, onde há muita luta, luta de classes e muita gente em busca do poder”. (matéria da revista Vice)

Exposição
Conflitos: fotografia e violência política no Brasil 1889-1964 
Entrada gratuita
De 25 de novembro de 2017 a 
25 de fevereiro de 2018

IMS Rio
Rua Marquês de São Vicente, 476
Gávea - Rio de Janeiro/RJ

Horário
De terça a domingo e feriados (exceto segunda), das 11h às 20h

Heloisa Espada, coordenadora de artes visuais do IMS e curadora de Conflitos, apresenta o conceito da exposição.



No vídeo abaixo, Heloisa Espada, coordenadora de artes visuais do IMS e curadora de Conflitos, apresenta o conceito da exposição.






sábado, 25 de novembro de 2017

La última cita de Fidel Castro

[Tributo a Fidel a un año de su partida]

Por Atilio A. Boron

Fidel Castro (13/08/1926 - 25/11/2016)

Hace un año usted se nos iba. Los medios de todo el mundo dijeron, con ligeras variantes, algo así como “la muerte se llevó a Fidel”. Pero, con todo respeto, Comandante, usted sabe que no fue así porque usted eligió el día de su muerte. Perdone mi atrevimiento pero ella no vino a buscarlo; fue usted, Fidel, quien la citó para ese día, el 25 de noviembre, ni uno antes, ni uno después. Cuando cumplió 90 años, le dijo a Evo Morales y Nicolás Maduro que “hasta aquí llego, ahora les toca a ustedes seguir camino”. Pero usted también siguió su camino, aferrándose a la vida unos meses más hasta el momento preciso en que había citado a la muerte para que lo viniera a buscar. Ni un día antes, ni un día después.

¿Qué me lleva a pensar así? El hecho de que en cada una de las cosas que hizo desde su juventud siempre transmitió un significado revolucionario. La simbología de la Revolución lo acompañó toda su vida. Usted fue un maestro consumado en el arte de aludir a la Revolución y su necesidad en cada momento de su vida, pronunciando vibrantes discursos, escribiendo miles de notas y artículos, o simplemente con sus gestos. Sobrevivió milagrosamente al asalto al Moncada y ahí, de “pura casualidad”, usted aparece ante sus jueces ¡justito debajo de un cuadro de Martí, el autor intelectual del Moncada! ¿Quién podría creer que eso fue un hecho casual? Es cierto: la muerte fue a buscarlo infinidad de veces, pero nunca lo encontró: burló a los esbirros de Batista que lo buscaban en México y sobrevivió a más de seiscientos atentados planeados por la CIA. Usted todavía no la había llamado y ella, respetuosa, esperó que usted lo hiciera.

Un hombre como usted, Comandante, que hacía de la precisión y la exactitud un culto no podía haber dejado librado al azar su paso a la inmortalidad. Revolucionario integral y enemigo jurado del culto a la personalidad (exigió que, a su muerte, no hubiese una sola plaza, calle, edificio público en Cuba que llevara su nombre) quería que la recordación de su muerte no fuese sólo un homenaje a su persona. Por eso le ordenó que lo viniera a buscar justo el mismo día en que, sesenta años antes, hacía deslizar río abajo –sin encender los motores– el Granma, para iniciar con su travesía la segunda y definitiva fase de su lucha contra la tiranía de Batista. Quería de esa manera que la fecha de su deceso se asociase a un hito inolvidable en la historia de la Revolución cubana. Que al recordarlo a usted las siguientes generaciones recordasen también que la razón de su vida fue hacer la Revolución, y que el Granma simboliza como pocos su legado revolucionario.

Conociéndolo como lo conocí sé que usted, con su enorme sensibilidad histórica, jamás dejaría que un gesto como este –el recuerdo de la epopeya del Granma– quedase librado al azar. Porque usted nunca dejó nada librado al azar. Siempre planificó todo muy concienzudamente. Usted me dijo en más de una ocasión “Dios no existe, pero está en los detalles”. Y en línea con esta actitud el “detalle” de la coincidencia de su muerte con la partida del Granma no podía pasar inadvertido a una mente tan lúcida como la suya, a su mirada de águila que veía más lejos y más hondo. Además, su sentido del tiempo era afinadísimo y su pasión por la puntualidad extraordinaria. Usted actuó toda su vida con la meticulosidad de un relojero suizo. ¿Cómo iba a dejar que la fecha de su muerte ocurriese en cualquier día y sepultase en el olvido la partida del Granma y el inicio de la Revolución en Cuba? Usted quiso que cada año, al homenajear a su figura, se recordase también el heroico comienzo de la Revolución en aquel 25 de noviembre de 1956 junto a Raúl, el Che, Camilo, Ramiro, Almeida y tantos otros. Usted la citó y la muerte, que siempre respeta a los grandes de verdad, vino a recogerlo puntualmente. No se atrevió a desafiar su mandato. Y sus médicos tampoco, a los cuales estoy seguro les advirtió que ni se les ocurriera aplicarle medicina alguna que estropeara su plan, que su muerte ocurriera antes o después de lo que usted había dispuesto. Nadie debía interponerse a su voluntad de hacer de su propia muerte, como lo había hecho a lo largo de toda su vida, su último gran acto revolucionario. 

Usted lo planificó con la minuciosidad de siempre, con esa “pasión por los detalles” y la puntualidad con que hizo cada una de sus intervenciones revolucionarias. Por eso hoy, a un año de su partida, lo recordamos como ese Prometeo continental que aborda el Granma para arrebatarle la llama sagrada a los dioses del imperio que predicaban la pasividad y la sumisión para que, con ella, los pueblos de Nuestra América encendieran el fuego de la Revolución y abrieran una nueva etapa en la historia universal. ¡Hasta la victoria siempre, Comandante!

FUENTE: Rebelión

CONCURSO DE ENSAIOS ONLINE: "América do Sul no início do Século XXI - O pensamento de Karl Marx ainda tem significado para nós?"

A fim de comemorar os 200 anos do nascimento de Karl Marx em 2018, o INSTITUTO GOETHE de Caracas, Venezuela, acaba de lançar um concurso ensaístico: "América do Sul no início do Século XXI - O pensamento de Karl Marx ainda tem significado para nós?"

Ganhe uma viagem para a Alemanha!

Qualquer pessoa com mais de 18 anos pode participar.

Veja o regulamento do concurso:







sexta-feira, 24 de novembro de 2017

“O Jovem Karl Marx” estreia dia 28 de dezembro nos cinemas

Em 28 de dezembro de 2017 chega aos cinemas de São Paulo, Rio de Janeiro e Brasília a cinebiografia da juventude de Karl Marx, dirigida pelo cineasta haitiano Raoul Peck (diretor do documentário indicado ao Oscar “Eu não sou seu negro”).

NÃO MORA EM SP, RJ OU BRASÍLIA E QUER ASSISTIR AO FILME NO CINEMA?
Se você mora em outra cidade e gostaria de assistir ao filme no cinema, peça para as salas de exibição locais incluírem o filme em sua programação. Funciona!

Nesta sexta-feira, dia 24/11/2017, às 10 horas, foi a pré-estreia no Cinemark do Shopping Pátio Paulista, em São Paulo. O evento foi promovido pela California Filmes e a Boitempo Editorial.

FICHA TÉCNICA:
Título: O jovem Karl Marx
Título original: Le jeune Karl Marx
Direção: Raoul Peck
Elenco: August Diehl, Stefan Konarske, Vicky Krieps
Gênero: Drama
País: França, Alemanha, Bélgica
Ano: 2017
Duração: 118 min
Distribuição: California Filmes



domingo, 19 de novembro de 2017

Carro vira moradia para trabalhadores do Vale do Silício, na Costa Oeste dos EUA

O capitalismo dando certo: um mundo de opressão e desigualdade

  • Os donos dos meios de produção se apropriam da mais-valia e tentam maximizar seus ganhos às custas daqueles que não tem nada a não ser sua força de trabalho)
  • O capital tende a concentrar-se e centralizar-se em poucas mãos e, em contrapartida, isso leva ao desemprego e a uma depreciação dos salários dos trabalhadores. (Uma recente análise da revista britânica The Economist mostra que, enquanto nas últimas décadas o salário dos trabalhadores em países como Estados Unidos se estabilizou, o salário máximo de executivos aumentou significativamente: em vez de ganhar o equivalente a 40 vezes o salário médio dos trabalhadores, passaram a ganhar 110 vezes ou mais.)
  • "A necessidade de constantemente expandir mercados para seus produtos persegue a burguesia", sustentam Marx e Engels, em O Manifesto Comunista. "Deve se estabelecer e criar conexões por toda parte. Isso obriga a todas as nações, sob pena de extinção, a adotar o modo burguês de produção."




Carro vira moradia para trabalhadores do Vale do Silício

DA ASSOCIATED PRESS



Professora Ellen Tara James-Penney corrige trabalhos dos alunos dentro do carro onde dorme
Na mesma afluente cidade suburbana em que o Google construiu sua sede, Tes Saldana vive em um pequeno trailer, que estaciona na rua.

Ela admite que "não é uma situação de moradia muito agradável", mas tampouco se pode dizer que é incomum.

Até que as autoridades ordenassem que eles fossem movidos, outros trailers que serviam de moradia a pessoas que não conseguem pagar aluguel ficavam estacionados na mesma rua em que Saldana parava seu veículo.

Os defensores dos moradores de rua e as autoridades municipais dizem que é absurdo que, à sombra do boom na economia tecnológica –com jovens milionários que não veem nada de estranho em pagar US$ 15 por um avocado grelhado na madeira ou US$ 1.000 por um iPhone X–, milhares de famílias não consigam arcar com uma casa.

Muitos dos moradores de rua têm empregos regulares, em muitos casos servindo às pessoas cujos patrimônios astronômicos são o motivo para que o preço da habitação tenha se tornado inacessível para tanta gente.

Saldana e seus três filhos adultos, que vivem com ela, procuraram por acomodações menos rústicas, mas o valor dos aluguéis é de US$ 3.000 ou mais por mês, e a maioria das casas disponíveis fica bem longe. Ela diz que faz mais sentido continuar morando no trailer, perto de onde trabalham, e tentar economizar para um futuro melhor, mesmo que as recentes medidas repressivas da cidade a tenham feito perder sua vaga de estacionamento.

Tudo isso é parte de uma crise crescente na Costa Oeste dos EUA, onde muitas cidades viram uma disparada no número de pessoas que vivem nas ruas, nos dois últimos anos. Contagens realizadas em 2017 demonstram que existem 168 mil moradores de rua nos Estados da Califórnia, do Oregon e de Washington -20 mil a mais do que na contagem precedente, realizada dois anos atrás.

O boom econômico, alimentado pelo setor de tecnologia, e décadas de construção insuficiente causaram uma escassez histórica de habitações de preço acessível.

Isso inverteu a visão tradicional dos moradores de rua como desempregados. Entre eles há vendedores, encanadores, faxineiros –até mesmo professores–, que trabalham, dormem onde podem e são sócios de academias de ginástica para tomarem banho.

Não existe estimativa firme sobre o número de pessoas que vivem em veículos no Vale do Silício, mas o problema é onipresente e aparente a todos que veem trailers estacionados nas ruas da cidade.

Ellen Tara James-Penney, 54, professora-assistente na Universidade Estadual de San Jose, estaciona seu velho Volvo em uma igreja que serve de refúgio aos moradores de rua e come em seu refeitório.

Ela corrige os trabalhos escolares de seus alunos no carro. De noite, reclina o assento do motorista e se prepara para dormir, com um de seus cachorros, Hank, ao seu lado. O marido dela, Jim, alto demais para dormir no carro, se deita do lado de fora em uma barraca, com o outro cachorro do casal, Buddy.

Em resposta à crescente desigualdade de renda, sindicatos e organizações de defesa dos direitos civis criaram a Sillicon Valley Rising, há três anos. O grupo exige melhores salários para as pessoas de baixa renda que fazem com que a região funcione.

Tradução de PAULO MIGLIACCI 


sexta-feira, 17 de novembro de 2017

Historia de la vida revolucionária del Viet-Nam

Lunes de Revolución n° 116, La Habana, 31 julio 1961
[Número dedicado a la República Democrática de Vietnam]

Link para download:


“La Revolución Rusa: Logros, derrotas, fracasos. Algunas lecciones para América Latina”

Por Atilio A. Boron[i]


Las dificultades de un balance


A cien años de la Revolución Rusa es necesario re-examinar esa experiencia por la importancia que tiene, en sí mismo, el conocimiento de la primera revolución proletaria triunfante en el plano nacional  (la Comuna, como se recordará, se limitó a la ciudad de París). Pero también para extraer algunas lecciones que nos parecen de suma utilidad para el análisis de los desafíos que enfrentan las experiencias progresistas y de izquierda en la América Latina contemporánea. En otras palabras, no estamos proponiendo un ejercicio de arqueología política sino una  reflexión sobre un gran acontecimiento del pasado cuyas luces pueden servir para iluminar el presente.

Quisiera comenzar planteando en primer lugar las dificultades que acechan cualquier tentativa de realizar un balance de un proceso histórico tan complejo como un cambio revolucionario. Se cuenta que cuando al líder chino Zhou En Lai se le preguntó que pensaba de la Revolución Francesa su respuesta dejó pasmado a sus interlocutores occidentales: “es demasiado pronto para saber”. Lo mismo repitió uno de sus compatriotas en un seminario convocado en París para conmemorar los doscientos años de aquella gesta de 1789.[ii] Más allá de lo anecdótico estas observaciones son de un cierto valor metodológico a la hora de formularnos la misma pregunta sobre la Revolución Rusa. ¿Cuál es su  legado?  El pensamiento convencional, inficionado por los valores conservadores de la burguesía y de la academia, emite un diagnóstico terminante: aquella fue una aberración que tenía fatalmente que culminar en el totalitarismo para luego desplomarse por el peso de su extravagancia histórica. Para autores inscriptos en esa corriente interpretativa la Revolución Rusa fue un doloroso paréntesis en la hegeliana marcha de Europa hacia la libertad.  Claro que una reflexión más sobria ofrecería una visión diferente: la de una revolución que transformó al país más atrasado de Europa en una fortaleza industrial y militar que jugó un papel decisivo en la derrota del fascismo; que posibilitó erradicar la plaga del analfabetismo que sumergía a la enorme mayoría de la población, sobre todo la femenina, en las sombras de la ignorancia y la superstición; que propició un desarrollo científico y técnico que le permitió neutralizar el chantaje atómico a que había sido sometida por Estados Unidos luego del holocausto de Hiroshima y Nagasaki y, como si lo anterior fuera poco, tomó la delantera en la carrera espacial con el lanzamiento del primer satélite artificial de la historia.[iii]

No sería exagerado decir, en consecuencia, que la historia contemporánea se divide en un antes y un después de la Revolución Rusa. No fue una más de las tantas revueltas populares contra un orden insoportablemente injusto pues marcó un quiebre histórico que desde la rebelión de Espartaco venía signada, hasta la Comuna de París, con la marca de la derrota. Según John Roemer, “la revolución bolchevique fue, pienso, el evento político más importante ocurrido desde la revolución francesa porque convirtió en realidad para centenares de millones, o quizás miles de millones, de personas por primera vez desde 1789 el sueño de una sociedad basada en una norma de igualdad más que en una norma de avaricia y ambición.” [iv] Por supuesto, el pensamiento convencional de la  burguesía, y de las ciencias sociales, ha dado su veredicto y, como decíamos más arriba, lo ha instalado como una verdad irrefutable: la RR fue una gran tragedia, un desgraciado error, un monumental fracaso que provocó un sinfín de pesares a la humanidad. Se trata de un diagnóstico para nada inocente. Los pensadores de la burguesía oscilan entre dos actitudes: o se desviven por ignorar a la RR, fingir que no hubiera existido y, cuando esto es imposible, satanizarla sin miramiento alguno. El reverso de ese planteamiento es nada menos que la reafirmación del carácter eterno del capitalismo, o la imposibilidad de la revolución, o su previsible monstruosa degeneración. Para los pensadores del orden vigente lo anterior es prueba irrefutable de que el capitalismo es la Santísima Trinidad de nuestro tiempo: lo que fue, lo que es y lo que será. Es imprescindible desmontar esta tergiversación de la verdad histórica.

Ocaso o continuidad del ciclo revolucionario

A tal efecto comenzaría diciendo que más allá del vergonzoso derrumbe de la experiencia soviética (¡la más grande revolución en la historia de la humanidad se derrumbó sin disparar un solo tiro!, recordaba Fidel) y los avatares sufridos por lo que podría adecuadamente caracterizarse como el "primer ciclo" de las revoluciones socialistas, nada autoriza a pensar que la tentativa de las masas populares de "tomar el cielo por asalto" se encuentre definitivamente cancelada o que con el triunfo del capitalismo ante el colectivismo soviético hayamos llegado al final de la historia, tal como lo propone Francis Fukuyama.

Dos razones avalan esta presunción: por un lado, porque las causas profundas, estructurales, que produjeron aquellas irrupciones del socialismo en Rusia, China, Vietnam, Cuba –irrupciones inevitablemente prematuras, como aseguraba Rosa Luxemburgo pero no por ello necesariamente destinadas al fracaso-  siguen siendo hoy más vigentes que nunca. La vitalidad de los ideales y la utopía socialistas se nutren a diario de las promesas incumplidas del capitalismo y de su imposibilidad congénita e insanable para asegurar el bienestar de las mayorías. Otra sería la historia si aquél  hubiera dado pruebas de su aptitud para transformarse en una dirección congruente con las exigencias de la justicia y la equidad. Pero, si algo enseña la historia de los últimos treinta años, la época de oro de la reestructuración neoliberal del capitalismo, es precisamente lo contrario: que éste es "incorregible e irreformable" y que  si se produjeron progresos sociales y políticos significativos durante la luminosa expansión keynesiana de la posguerra –en donde el capitalismo ofreció todo lo mejor que puede ofrecer en términos de derechos ciudadanos y bienestar colectivo, como lo anotara la inolvidable Ellen Meiksins Woods– aquéllos no nacieron de su presunta vocación reformista sino de la amenazante existencia de la Unión Soviética y el temor a que las masas europeas fuesen “contagiadas” por el virus comunista que se había apoderado de la Rusia zarista. Fue esto lo que estuvo en las bases de las políticas de extensión de derechos sociales, políticos y laborales de aquellos años y no una convicción profunda de la necesidad de producir tales cambios. Diversos autores han insistido sobre este punto al afirmar que la fortaleza del movimiento obrero y los partidos socialistas y comunistas europeos fueron amenazantes reflejos de la existencia del campo socialista tras la derrota del fascismo. Pero una vez desintegrada la Unión Soviética y desaparecido el campo socialista el supuesto impulso progresista y democratizador del capitalismo se esfumó como por arte de magia. En su lugar reaparecieron la ortodoxia neoliberal y los partidos neoconservadores con su obstinación por revertir, hasta donde fuese posible, los avances sociales, económicos y políticos logrados en los años de la posguerra. El resultado es una Europa que hoy es mucho más injusta que hace treinta años.

Los resultados de tales políticas han sido deplorables, no sólo en la periferia capitalista europea –Grecia, España, Portugal, Irlanda, etcétera- sino también en los países del centro que aplicaron con mayor empecinamiento la receta neoliberal, como el Reino Unido y, principalísimamente, Estados Unidos. La clave interpretativa de la victoria de Donald Trump reside precisamente en eso. Como veremos más adelante la reestructuración regresiva del capitalismo ha tenido connotaciones sociales tan negativas que la validez del socialismo como "crítica implacable de todo lo existente" sigue siendo ahora tanto o más contundente que antes. En efecto, el capitalismo actual se puede sucintamente caracterizar por tres grandes rasgos:

a)      Primero, una fenomenal concentración de la riqueza, tema central de la obra de Thomas Piketty que comprueba como en doscientos años el capitalismo no hizo otra cosa que acrecentar la proporción de la riqueza social en manos de la burguesía y aumentar la desigualdad económica.[v] Téngase en cuenta, a modo de ejemplificación, lo siguiente:

a.       8 individuos –no empresas, sino individuos- tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Ni Marx, Engels y Lenin en sus peores pesadillas podían haber imaginado algo así. Pero eso es lo que existe hoy. [vi]
b.      El 1 % más rico de la población mundial tiene más riqueza que el 99 por ciento restante y la tendencia no da muestras de atenuarse sino todo lo contrario.[vii]

b)      Segundo, por una intensificación de la dominación imperialista a escala mundial, sobre todo después de la desintegración de la URSS, para asegurarse recursos económicos no renovables e indispensables para el sostenimiento del modelo de consumo de EEUU y los países del capitalismo metropolitano.

a.       Unas mil bases militares de EEUU en todo el mundo y Estados Unidos, el gendarme capitalista mundial, convertido en una plutocracia guerrera cuyas fuerzas están presentes en cada rincón del planeta para preservar la estabilidad del capitalismo global.
b.      80 bases oficialmente contadas en América Latina y el Caribe con una tendencia creciente. [viii]
c.       La OTAN reuniendo la mayor acumulación de fuerzas y pertrechos militares sobre la frontera de Rusia desde la Segunda Guerra Mundial.[ix]

c)      Una depredación sin precedentes del medio ambiente –la llamada “segunda contradicción del capitalismo” por James O’Connor- de la naturaleza, y tentativas de garantizar de manera exclusiva para EEUU el suministro de petróleo y de agua, recursos que existen en abundancia en América Latina.
    
            Pero si efectivamente no llegamos al fin de la historia consagrando el triunfo final del capitalismo y la democracia liberal y, por consiguiente, cerrando definitivamente las posibilidades de nuevas tentativas de “tomar el cielo por asalto”; si esto es así entonces se torna necesario formular una segunda hipótesis. Aún cuando el socialismo hubiese fracasado irreparablemente en sus diversas tentativas a lo largo del siglo veinte, y suponiendo también que el capitalismo hubiera logrado resolver sus profundas contradicciones, ¿cuáles son los antecedentes históricos o las premisas teóricas que permitirían pronosticar que nuevas revueltas anticapitalistas no habrían de producirse en el futuro? Sólo una absurda premisa que postule la definitiva extinción de la protesta social, o el congelamiento irreversible de la dialéctica de las contradicciones sociales podría ofrecer sustento a un pronóstico de ese tipo.  

Lecciones de las revoluciones burguesas

           Dado que lo anterior no sólo es improbable sino imposible, una ojeada a la historia de las revoluciones burguesas podría ser sumamente aleccionadora. En efecto, entre los primeros ensayos que tuvieron lugar en las ciudades italianas a comienzos del siglo XVI en el marco del Renacimiento italiano y la revolución inglesa de 1688 –¡la primera revolución burguesa triunfante!– mediaron casi dos siglos de intentos fallidos y derrotas aplastantes. Si bien el primer ciclo iniciado en Italia fue ahogado en su cuna por la por la reacción  señorial-clerical, mucho más tarde habría de iniciarse otro, en el norte de Europa, caracterizado por una larga cadena de exitosas revoluciones burguesas.

Ante lo cual surge la pregunta: ¿por qué suponer que las revoluciones anti-capitalistas tendrían tan sólo un ciclo vital, agotado el cual desaparecerían para siempre de la escena histórica? No existe fundamento alguno para sostener dicha posición, salvo que se adhiera a la ya mencionada tesis del "fin de la historia" que, dicho sea de paso, no la sostiene ningún estudioso medianamente serio de estos asuntos.

Siendo esto así, ¿por qué no pensar que estamos ante un reflujo transitorio –que podría ser prolongado, como en el caso de las revoluciones burguesas; o no, debido a la aceleración de los tiempos históricos– más que ante el ocaso definitivo del socialismo como proyecto emancipador? De hecho, uno de los rasgos de la crisis actual es que estalló producto de las contradicciones internas, irresolubles, generadas por la desorbitada financiarización del capitalismo y su desastroso impacto sobre la economía real. El desplome del 2008 –del cual aún las economías capitalistas no se han recuperado- no fue provocado por una oleada de huelgas o grandes movilizaciones de protesta en Estados Unidos o en Europa Occidental sino por la dinámica de las contradicciones entre las diversas fracciones del capital. Sin embargo, su resultado fue que, por primera vez en el mundo desarrollado, el tendal de víctimas del sistema reconoció que el causante de sus padecimientos (desempleo, caída de salarios reales, desalojos hipotecarios, etcétera) ya no eran los malos gobiernos (que por cierto los hay), o situaciones meramente coyunturales sino que el gran culpable era el capitalismo. Eso fue lo que plantearon los “indignados” en Europa y el movimiento Occupy Wall Street en Estados Unidos, lo cual revela un inédito salto en la conciencia popular y una promisoria evolución ideológica que les permite identificar con claridad la naturaleza del sistema que los oprime y explota.

Retomando el hilo de nuestra argumentación acerca de los ciclos de las revoluciones sociales quisiéramos expresar nuestro acuerdo con la postura adoptada por el “marxista analítico” John Roemer cuando afirma que el destino de un experimento socialista muy peculiar, el modelo soviético, "que ocupó un período muy corto en la historia de la humanidad" para nada significa que los objetivos de largo plazo del socialismo, a saber: la construcción de una sociedad sin clases, se encuentren condenados al limbo de lo imposible. Tal visión es considerada por este autor como "miope y anti-científica": (a) porque confunde el fracaso de un experimento histórico con el destino final del proyecto socialista; (b) porque subestima las transformaciones radicales que la sola presencia de la Unión Soviética produjo en nuestro siglo y que, a través de complejos recorridos, hicieron posible un cierto avance en la dirección del socialismo. Dice Roemer que:

         “Partidos socialistas y comunistas se formaron en cada país. Sería muy difícil evaluar los efectos globales de esos partidos en la organización política y sindical de los trabajadores, en la lucha antifascista de los años treinta y cuarenta, y en la lucha anticolonialista de los años de posguerra. Pero bien podría ser que el advenimiento del Estado de Bienestar, la socialdemocracia y el fin del colonialismo se deban, en su génesis, a la revolución bolchevique.” [x]

Es más, tal como lo señala Doménico Losurdo en el texto ya mencionado todas las luchas coloniales, de los negros, de las mujeres, de las minorías y, por supuesto, de los obreros y a favor de la democracia tuvieron su fuente de inspiración en la Revolución Rusa. La extensión del sufragio en Europa de la posguerra no hubiera ocurrido de no haber mediado la toma del Palacio de Invierno y la instauración del gobierno de los soviets. Es decir que la misma democracia burguesa recibió un impulso decisivo desde la lejana Rusia. Además, el genio político de Lenin permitió romper las artificiales barreras que separaban las luchas de los negros y los blancos; de los europeos y de las “naciones agrarias” y los asiáticos. En suma: el revolucionario ruso convirtió a todas las luchas particulares en una sola gran lucha universal por la construcción de una nueva sociedad. Incluso puede decirse, con pruebas en la mano, que el proceso de “desegregación racial” en Estados Unidos fue decisivamente influenciado por la sola existencia de la Unión Soviética. La Corte Suprema de Estados Unidos que había reiteradamente sancionado la legalidad de la segregación en las escuelas públicas de ese país hasta 1952 cambió de parecer ese año tras recibir diversos informes que la exhortaban a ello porque, decían, el sostenimiento de la segregación de niños negros y blancos en las escuelas públicas alimentaba la campaña comunista de la URSS y desalentaba a los amigos de Estados Unidos.[xi] 

¿Fracasos o derrotas?

Ahora bien: más a allá de todo lo anterior hay un tema central a dilucidar y es establecer una distinción entre el “fracaso” de un proyecto reformista o revolucionario y la “derrota” del mismo. ¿Es razonable decir que todas las experiencias del siglo pasado en realidad fracasaron (tesis que sostienen entre otros John Holloway, Michael Hardt y Antonio Negri) o no sería acaso más apropiado decir que fueron derrotadas?  El fracaso supone un problema esencialmente endógeno; la derrota remite a una lucha, un conflicto, una oposición externa que se enfrenta al proyecto emancipatorio. Fracaso por mis propias limitaciones y debilidades; soy derrotado cuando alguien se opone a mis designios. Si bien existe un claroscuro, un área difusa intermedia en la cual fracaso y derrota se confunden es posible, sin embargo, establecer la predominancia de uno o de la otra.  En el caso de la RR es indudable que el proceso adoleció de graves incoherencias internas, especialmente tras la muerte de Lenin, pero también lo es que se desarrolló bajo las peores condiciones imaginables: la crisis y la devastación de la primera posguerra, la guerra civil y la intervención, en ellas, de una veintena de ejércitos foráneos que asolaron el país, y luego, estabilizada la situación, la industrialización forzada, la colectivización forzosa del agro y la invasión alemana con su secuela de destrucción y muertes. Bajo esas condiciones, hablar de “fracaso” es por lo menos un exceso del lenguaje y una infame acusación política. Viniendo al caso de América Latina, ¿hasta qué punto podría decirse que la experiencia de la Unidad Popular en el Chile de Allende fue un fracaso? Mucho más apropiado sería decir que fue un proyecto derrotado, por una coalición de fuerzas domésticas e internacionales bajo la dirección general de Washington que desde la noche misma del triunfo de Salvador Allende el 4 de Septiembre de 1970 ordenó, por boca de su presidente Richard Nixon, “hacer que la economía chilena gima. Ni una tuerca ni un tornillo para Chile”.  ¿Qué sentido tiene entonces que algunos autores hablen del “fracaso” de la revolución cubana, acosada y asediada por más de medio siglo de bloqueo económico, comercial, diplomático, informático y mediático? ¿Y cómo caracterizar lo ocurrido en China y Vietnam? ¿Podría decirse sin más que son casos de “fracaso” del socialismo? ¿Es posible ya emitir un veredicto definitivo? ¿Por qué no pensar, en cambio, que la RR logró éxitos extraordinarios a pesar de tan difíciles condiciones: alfabetización masiva, promoción de la mujer, industrialización, defensa de la patria, derrota del fascismo. ¿Puede llamarse a esto un fracaso? ¿Por qué no revisar nuestra concepción del proceso revolucionario, dejando de lado la muy popular imagen que lo concibe como una flecha que asciende rada e ininterrumpidamente desde el pútrido suelo del capitalismo hacia el diáfano cielo del comunismo? Álvaro García Linera ha reflexionado mucho sobre el tema, y en uno de sus ensayos dice algo que conviene tener muy en cuenta: “Cuando Marx analizaba los procesos revolucionarios, en 1848, siempre hablaba de la revolución como un proceso por oleadas, nunca como un proceso ascendente o continuo, permanentemente en ofensiva. La realidad de entonces y la actual muestran que las clases subalternas organizan sus iniciativas históricas por temporalidades, por oleadas: ascendentes un tiempo, con repliegues temporales después, para luego asumir, nuevamente, grandes iniciativas históricas.”[xii] O, como dice en otra de sus intervenciones, el destino de los luchadores sociales no es otro que el de “luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse” hasta el fin. Esa es la dialéctica de la historia y eso es lo que una correcta epistemología no puede dejar de reflejar en sus análisis. Avances, estancamientos, retrocesos, nuevos saltos adelante, detenciones, otros avances y así siempre. Ese es el movimiento real, no ilusorio, de la historia.  

Todo bien, pero ¿cómo explicar entonces el derrumbe de la RR? No es tarea para asumir aquí pero sí deberíamos enunciar unos pocos elementos causantes de su colapso. Por supuesto, la degeneración burocrática de la URSS ya era un factor sumamente negativo advertido por Lenin en sus últimos escritos[xiii], como también lo era la política de “coexistencia pacífica” y la tentativa de emular las formas productivas del capitalismo. Esto lo señaló con su habitual fiereza el Che Guevara en su crítica a los manuales de economía de la URSS, los “ladrillos soviéticos” como él los llamaba.[xiv] Pero además de esto estuvo la Tercera Revolución Industrial (microelectrónica, informática, automatización, toyotización, etcétera) que se erigió en un obstáculo formidable para un modelo económico fordista, de total estandarización de la producción en masa que por su rigidez burocrática y la enorme asignación de recursos para la defensa no pudo adaptarse a las nuevas condiciones de desarrollo de las fuerzas productivas. La intensificación de las presiones militares en contra de la URSS, que llega a su paroxismo con la “guerra de las galaxias” de Reagan, obligó a Moscú a desviar ingentes recursos para defenderse ante la belicosidad estadounidense. A esto agréguesele el ataque combinado del más formidable tridente reaccionario del siglo veinte: Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II, protagonistas de un ataque político y cultural de devastadores efectos ya dentro de las fronteras del campo socialista donde no por casualidad la Iglesia Católica había elegido a un Papa polaco para desde ahí socavar la estabilidad de las democracias populares del Este europeo.  Por supuesto, la consideración de estas cuestiones excede con creces los límites de este trabajo, pero no queríamos dejar pasar inadvertido este crucial asunto. Agréguese a ello la asombrosa ineptitud de la dirigencia soviética para explicar que era lo que se estaba haciendo en la era post-estalinista, con Mijail Gorbachov a la cabeza, y qué sentido tenían todos esos cambios y hacia dónde se dirigía al país. En otras palabras, ni el partido ni los soviets eran ya organismos vivientes sino espectros ambulantes sin ninguna capacidad de expresión de la realidad social.

Siete tesis sobre política, reformismo y contrarrevolución en América Latina

Quisiera, por último, concluir esta breve reflexión planteando algunas lecciones de interés para las luchas actuales en Nuestra América. Y lo haré enunciando una serie de tesis, asumiendo que son correctas recordando aquel pionero trabajo de un gran sociólogo y antropólogo mexicano, Rodolfo Stavenhagen, justamente denominado “Siete tesis equivocadas sobre América Latina” y en las que demolía meticulosamente el saber convencional de las ciencias sociales de los años cincuenta y sesenta.[xv]  Por eso me ha parecido conveniente aclarar que, en este caso, confío en que estas tesis sean correctas aunque siempre es conveniente tener la mente abierta para admitir cuestionamientos, reflexiones o experiencias concretas que podrían obligar a reformularlas.

No es casual que nos hayamos planteado esta sistematización al cumplirse cien años de un acontecimiento que Hegel sin duda habría caracterizado como “histórico-universal”: la Revolución Rusa. Su sorpresiva irrupción en la historia, su triunfo, su contribución a la democratización universal (tema negado por el saber convencional de la ciencia política), su degeneración y posterior derrota abren, un siglo después, numerosos interrogantes de gran actualidad. Pero no sólo ella. Otros ejemplos históricos de América Latina son igualmente fuente de inspiración para estas breves páginas en donde estas tesis serán apenas enunciadas y que confío serán motivo de un trabajo de más largo aliento a realizar en los próximos meses.

Sin más preámbulos pasamos entonces a la consideración de las tesis.

a)      Primero, como en Rusia, como en Chile, cualquier proyecto, aún los de naturaleza tibiamente reformista, desatarán en nuestros países una virulenta respuesta de los agentes sociales del orden y la conservación. En el caso de América Latina y el Caribe, dada la excepcional importancia estratégica que la región tiene para el imperio y la larga historia de dominación oligárquica, no hace falta una revolución para desencadenar una sangrienta contrarrevolución.[xvi] Cualquier idea en contrario, o toda negación de esta, diríamos, ley fundamental de la revolución, es una peligrosa ilusión. Recordemos lo acontecido en numerosos experimentos reformistas en países tan diversos como Guatemala 1954,  Brasil 1964; República Dominicana 1965, Argentina 1966 y 1976; Chile, 1973, y lo que ha venido ocurriendo en fechas recientes en Bolivia, 2008;  Honduras, 2009; Ecuador, 2010; y Venezuela a poco de iniciado el proceso bolivariano con el golpe del 11 de Abril del 2002, el paro petrolero de fines de ese mismo año hasta febrero del 2003, la abstención insurreccional de la oposición que no presentó candidatos a la elección de la Asamblea Nacional en 2005 y la escalada de violencia iniciada luego de la muerte de Chávez, procesos todos estos que fueron bañados en sangre. Lula una vez observó que en Brasil la oligarquía es tan racista y reaccionaria que el sólo hecho de ver a un negro o un mulato subirse a un avión le provoca un odio visceral capaz de incitarla a cometer los más horrendos crímenes. Por ejemplo, prender fuego a un indio por el sólo hecho de serlo, como se hizo en Brasilia en los años que era presidente, o a jóvenes sospechosos de “portación de cara incorrecta”, como lo perpetró la “oposición democrática” en Caracas en por lo menos tres oportunidades. 

b)      Segundo, en contextos reformistas, progresistas y mucho más, en los marcos de una revolución, sería fatal caer en la ilusión de pensar que existe oposición leal. La derecha no conoce lo que es eso: su deslealtad es permanente e incurable. Aquí y en todas partes cuando no es gobierno la derecha siempre es conspirativa y destituyente. Como lo recordara Maquiavelo, los ricos jamás van a dejar de ver a cualquier gobernante como un intruso, aún aquellos que se desviven por complacerlos. Mucho más si quien lleva las riendas del estado tiene la osadía de promover políticas contrarias a sus intereses. Y, amenazada, aunque sea superficialmente por iniciativas reformistas, el tránsito desde la oposición institucional a la  contrarrevolución violenta se efectúa en muy poco tiempo. La respuesta a la contrarrevolución y sus estrategias criminales y violentas no puede ser la misma que se concede, en épocas normales, a la oposición. Venezuela es, otra vez, un ejemplo de las consecuencias que tuvo el hecho de no reaccionar con la suficiente energía ante las tácticas violentas de la fracción extremista y terrorista de la oposición. Esta política, inspirada en el propósito de evitar el escalamiento de la violencia, tuvo por resultado exactamente eso y colocó al país al borde de una guerra civil. Por otra parte, al no defender adecuadamente el orden público mediante la represión legal de los violentos facilitó que el sector extremista se convirtiese durante  meses en la fracción hegemónica de la oposición, subordinando e intimidando a fuerzas opositoras que seguían apostando a los dispositivos institucionales.  El resultado fue una larga demora en la pacificación del país,  y un muy elevado número de muertos, heridos y propiedades públicas y privadas destruidas por la violencia desatada por el sector terrorista de la oposición, amén de darle pábulos a las campañas internacionales de satanización del gobierno de Nicolás Maduro.[xvii]

c)      Tercero, todo proceso de cuestionamiento al capitalismo en el plano nacional origina una respuesta internacional, porque el capitalismo es un sistema-mundo, al decir de Immanuel Wallerstein, signado por el imperialismo, con ramificaciones locales pero completamente internacionalizado y que tiene un “Estado Mayor” que se reúne anualmente en Davos y un conjunto de instituciones de alcance planetario que funcionan como los perros guardianes que custodian los privilegios y las prerrogativas del capital. Casos concretos: el FMI, el BM, la Organización Mundial del Comercio, la Comisión Europea, a las cuales hay que agregar organizaciones informales como el grupo Bilderberg y la ahora desfalleciente Comisión Trilateral. Defender estos procesos transformadores, por lo tanto, sólo podrá hacerse construyendo una adecuada correlación internacional de fuerzas. Puede ser un país grande, como lo fue la República Soviética en los primeros años de la revolución; o pequeñísimo, como la isla de Granada, en el Caribe, pero la respuesta de la “internacional burguesa” será siempre la misma: aplastar a las fuerzas insurgentes, cortar de raíz ese proceso y evitar la propagación del virus revolucionario.  Y si para ello es necesario destruir un país se lo destruirá sin miramiento alguno. Se lo hizo, pero no de manera irreversible, en Rusia; se lo hizo por completo en Granada, y se lo está haciendo infructuosamente en Cuba desde 1959 y en Venezuela en los últimos años. 

Aunque en la academia el tema del imperialismo no se tiene casi nunca en cuenta, los decidores de la política de Estados Unidos saben que esto es así. Dos perlas apenas para ratificar lo dicho: las declaraciones de Karl Rove, principal consejero del presidente George W. Bush cuando dijo “Nosotros ahora somos un imperio, y cuando actuamos creamos nuestra propia realidad. Y mientras usted está estudiando esa realidad –si quiere, juiciosamente- nosotros actuaremos otra vez, creando otras nuevas realidades que usted puede estudiar también. … Nosotros somos los actores de la historia, y usted, todos ustedes, deberán conformarse con tan solo estudiar lo que nosotros hacemos.”[xviii] Y la más reciente, de apenas ayer, del Secretario de Estado de Donald Trump, Rex Tillerson, cuando dijo que “EEUU dice que está estudiando la forma de derrocar a Maduro. Las diferentes agencias de información e inteligencia de Estados Unidos están evaluando qué acciones pueden tomar para forzar al presidente de Venezuela a abandonar el poder de forma voluntaria o imponer un cambio de Gobierno en el país.”[xix]

La omnipresencia del imperialismo es tan agobiante que ha terminado por ser naturalizada. Es como el aire: está en todas partes y tal vez por eso se torna invisible. La inmadurez política de las fuerzas populares todavía no ha comprendido esta importante lección y no perciben la forma en que el imperialismo actúa de manera coordinada y en un tablero de ajedrez planetario. Basta para ello contraponer la organicidad de Davos con la absoluta inorganicidad del Foro Social Mundial, que en una opción suicida votó en contra de la creación de un organismo de coordinación mundial de las luchas populares, por temor a re-editar la experiencia de la Tercera Internacional.  El  internacionalismo de las fuerzas populares es condición necesaria para librar esta batalla exitosamente. De ahí la importancia de la ideas de Fidel, del Che y de Chávez que se plasmaron en la UNASUR y la CELAC y en otras iniciativas integracionistas y latinoamericanistas.

d)     Cuarto: la existencia de un partido revolucionario, el “Príncipe Colectivo” de Gramsci, es esencial para el éxito del proceso revolucionario. Esto no significa asumir como modelo de partido el teorizado por Lenin en el ¿Qué Hacer?  (uno de los cuatro modelos de partido del autor), pero sí de una formación política preparada ideológica y prácticamente para asumir la dirección del proceso. La ausencia de ese partido (en la Bolivia de la Asamblea Popular de Juan José Torres en 1971, o en Venezuela antes de la creación del PSUV); su fragmentación (los seis partidos de la UP en Chile); o la dilución o abandono de sus ideas, como ocurriera con el PT en Brasil o la SD en Europa y en América Latina (el PRI en México, el APRA  en el Perú, Liberación Nacional en Costa Rica)  en cualquiera de sus variantes es fatal para el futuro del proceso revolucionario.  Esto no significa minimizar otros formatos de organización política, como los movimientos sociales, con los cuales es imprescindible lograr una virtuosa articulación. Pero a la hora de plantearse la conquista del poder estos no pueden sustituir al “Príncipe Colectivo” capaz de ofrecer una visión totalizadora e integral del proyecto emancipatorio, superadora de los particularismos de los movimientos y de las enormes limitaciones del espontaneísmo de las masas, capaz de producir heroicas acciones de rebelión y resistencia pero incapaz de asegurar la conquista del poder, el problema número uno de toda revolución según los clásicos del marxismo.

e)      Quinto: la educación, la concientización política al estilo Paulo Freire es una condición esencial del triunfo de cualquier proyecto reformista o revolucionario. Es lo que plantea Lenin en su cuarta teorización sobre el partido: la primera se plasma en el ¿Qué Hacer?; luego el POSDR-bolchevique como partido típico de la II Internacional; en la inminencia de la RR  aparece la tercera teorización, y el partido se eclipsa y el protagonismo lo asumen los Soviets;  la cuarta teorización, a comienzos de los años veinte tiene al partido como educador, como formador de la nueva civilización, creador del “hombre nuevo” del Che. [xx] Y esta es la tarea fundamental, que desgraciadamente no hicieron, o hicieron de modo incompleto y mal, los procesos emancipatorios del “ciclo progresista” que se iniciara con el ascenso de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela. En todas estas experiencias se cayó en el error de pensar que el “boom de consumo” crearía conciencia política; que los gobiernos que se esmeraran por realizar una profunda política social que sacara de la pobreza extrema a millones de personas cosecharían la lealtad y la gratitud de los redimidos. Lo lograron, pero sólo parcialmente porque una parte significativa de esos sectores populares incorporados al consumo y empoderados con nuevos derechos no se identificaron con los gobiernos que habían acudido a socorrerlos ni cerraron filas en torno de sus organizaciones partidarias o sus candidatos. Un sector nada desdeñable, obnubilado por su renovado poder adquisitivo, hizo suyas las aspiraciones y orientaciones político-ideológicas de los conservadores sectores medios. En palabras de Frei Betto, estos procesos progresistas más que ciudadanos crearon consumidores, y estos actuaron políticamente en consecuencia. Imitaron no sólo las pautas de consumo de las capas medias sino también sus orientaciones políticas.

f)       Sexto: para que el partido y el gobierno de una revolución puedan cumplir su misión histórica se requiere un denodado esfuerzo para evitar la deformación burocrática y fortalecer el debate y la democracia protagónica de base. Esta degeneración tiene profundas raíces sociológicas y no es nada  fácil de contrarrestar. Lenin se percató de la gravedad del problema en los últimos años de su vida. Mao lo advirtió a tiempo y por eso lanzó su Revolución Cultural concebida para abortar la deformación burocrática de la revolución china. Era una idea correcta pero que desató una dinámica política que se le escapó de sus manos y produjo consecuencias desastrosas. Pero, insisto, la lucha contra el burocratismo y el sustitutivismo, cuando la dirección reemplaza al protagonismo de la base, es una tarea de excepcional importancia. Lo anterior es tanto más importante si se recuerda que el estado, todo estado, aún el revolucionario, es una institución que abriga en su seno tendencias esencialmente conservadoras. La burocracia lo es, y no hay estado sin burocracia y la lógica weberiana de la misma hace que el funcionariado, aún el de los estados revolucionarios, llegue inclusive a ser poco amigable con los procesos de cambio, desconfíe de la iniciativa de las masas, prefiera las discusiones “a puertas cerradas” y manifieste una tendencia a buscar soluciones “técnicas” cuando toda la vida social está inficionada de la política. Esto supone, en consecuencia,  que los gobiernos progresistas deben alentar la organización autónoma de la base popular. Cuestión muy difícil porque aún los gobiernos más radicales se sienten amenazados cuando sus propias organizaciones, identificadas con el proyecto emancipatorio, actúan de manera independiente y temen los efectos desestabilizadores que pudieran derivarse de sus demandas. Este puede ser un problema, sin duda. Pero otro más serio es cuando esas organizaciones de base están controladas “desde arriba” y maniatadas por el poder porque, en tal caso, su utilidad política es igual a cero. Su debilidad y su docilidad ante las directivas gubernamentales lejos de fortalecer al gobierno terminan debilitándolo. Es una dialéctica compleja y difícil, y la reacción de los gobernantes siempre es de suma suspicacia en relación a este tema. En línea con esto por algo decía Chávez: ¡”Comunas o nada!”

g)      Séptimo: recordar que una cosa es el acceso al gobierno y otra completamente distinta, mucho más ardua, la conquista del poder del estado. Este es el entramado de fuerzas sociales de las clases dominantes en sus diversas expresiones: en la economía, la política, la prensa, las fuerzas armadas, las instituciones judiciales, los gobiernos locales, la iglesia, etcétera. Es lo que en la ciencia política norteamericana autores como Peter Dale Scott llaman “deep state”, un gobierno en las sombras, electo por nadie, responsable ante nadie, que no deben rendir cuentas y que articula los intereses más poderosos de la sociedad. Llegar al gobierno es un buen paso adelante, pero si no se complementa con la dinámica avasallante de la calle, es decir, con la organización y movilización política de las clases y capas populares y su concientización, es bien poco lo que un gobierno de izquierda podrá hacer. La neutralización, esterilización o expropiación de aquellas fuentes no democráticas de poder político es esencial para garantizar el futuro de cualquier reforma y mucho más de cualquier revolución. Tal vez uno de los rasgos más salientes de la coyuntura actual en países como Brasil, Argentina y Perú sea el hecho de que el poder real y sus agentes conquistaron el gobierno, revirtiendo un proceso inconcluso por el cual las fuerzas de izquierda que habían llegado al gobierno fracasaron en sus proyectos –en caso de que los hubieran tenido- de conquistar el poder.

        Nada de esto es novedoso. Ya lo decía con toda claridad Maquiavelo cuando observaba que la grandeza de la república romana reposaba sobre el equilibrio entre el Senado (es decir, la nobleza) y el Tribuno de la Plebe, o sea, el pueblo. En términos contemporáneos diríamos el adecuado balance entre las instituciones del estado y la calle. Pregunta: ¿era la situación económica del Brasil mucho peor que la que caracterizaba a Venezuela en 2016? No. Y entonces, ¿por qué cayó Dilma, indefensa, ante una caterva de bandidos y corruptos como los que la juzgaron y depusieron de la presidencia y en cambio no cayó Maduro, acosado por una ofensiva política, diplomática y mediática en medio de una gravísima crisis económica? Respuesta: porque cuando el bolivariano sale al balcón del Palacio de Miraflores tiene un millón de seguidores dispuestos a pelear por su gobierno y cuando Dilma abría el balcón del Palacio del Planalto en la plaza sólo estaba el jardinero haciendo su trabajo. Su gobierno y el de Lula habían desmovilizado a todas las organizaciones populares, comenzando por el PT, siguiendo por la CUT y así sucesivamente. Y cuando las hienas del mercado se abalanzaron sobre Dilma la presidenta estaba indefensa, a merced de sus verdugos.

Conclusión

Lo expuesto más arriba permite apreciar como algunos de los problemas que atribularon a la Revolución Rusa desde sus inicios se reproducen, por supuesto que con características diferentes habiendo transcurrido un siglo, en los procesos reformistas y emancipatorios de América Latina. Los actores no son los mismos; el sistema internacional experimentó profundas mutaciones; el marco geopolítico latinoamericano que nos sitúa como el “patio trasero” del imperio es radicalmente distinto al que prevalecía en Rusia con el triunfo de la revolución, pero la dinámica de la lucha de clases y su expresión en el plano del estado y, como decía Gramsci, y de “las superestructuras complejas” revela sorprendentes paralelismos y recurrencias que constituyen útiles lecciones que sería por lo menos imprudente no tomar adecuadamente en cuenta y que conforman el andamiaje básico de lo que con cierta cautela podríamos considerar como una “sociología de las revoluciones”.

 A un siglo del emblemático cañonazo del Aurora nuestra región enfrenta una encarnizada contraofensiva imperialista dispuesta a barrer con los avances registrados desde finales del siglo pasado. El proyecto norteamericano no podría ser más ambicioso: cerrar el odioso (para Washington, por supuesto) paréntesis abierto por la Revolución Cubana y restablecer la “normalidad” en el hemisferio, entendida ésta como una dócil colección de gobiernos sumisamente plegados a los designios, mandatos y prioridades de la Casa Blanca. Para evitar tan fatídico desenlace será preciso hacer memoria y recordar las enseñanzas de los padres fundadores de la Patria Grande: Bolívar, San Martín, Artigas y tantos otros, y más tardíamente, las de Martí. Pero también tomar nota de los avatares corridos por otros procesos revolucionarios, y el caso de la Revolución Rusa por muchos motivos es de una especial trascendencia para nuestros pueblos. En este trabajo procuré explorar ese terreno, en la esperanza de que otros se sumen a esta empresa colectiva para, a partir del conocimiento de la experiencia soviética poder discernir las formas más efectivas para profundizar y radicalizar nuestros procesos emancipatorios y evitar cometer algunos errores que, como lo demuestran los casos de Argentina y Brasil, están ocasionando grandes sufrimientos a nuestros pueblos y amenazan con desandar el camino recorrido en las últimas dos décadas. 


[i] Sociólogo, Politólogo. Miembro del Comité Central del Partido Comunista de la Argentina
[ii] Efectivamente, la Revolución Francesa nos legó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la consigna de “libertad, igualdad, fraternidad”, la república como forma política pero también el colonialismo en África y en Indochina, la cruel venganza en contra de Haití por haberse tomado en serio las banderas de la Revolución Francesa, la salvaje represión de la Comuna y la tortura “científica” aplicada inescrupulosamente en la Guerra de Argelia.
[iii] Extendería desmedidamente este trabajo la enumeración de la gran cantidad de estudios y libros publicados sobre la Revolución Rusa. Bástenos a los efectos de esta presentación mencionar además de los clásicos textos de V. I. Lenin, León Trotsky y Rosa Luxemburgo el monumental estudio de E. H. Carr, Historia de la Rusia Soviética (sobre todo los tres primeros tomos); John Reed, Diez días que estremecieron al mundo (Madrid: Akal, xcxcxc); Víctor Serge, El año I de la Revolución Rusa (México: Siglo XXI Editores, xvxvxvxv); Catherine Merridale, El tren de Lenin. Los orígenes de la revolución rusa, (Crítica, 2017); Edmund Wilson, Hacia la estación de Finlandia (Madrid: Alianza, 1972); Barrington Moore Jr., Terror and Progress. Some sources of change and stability in the Soviet dictatorship (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1954); Domenico Losurdo, Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra ( Madrid: El Viejo Topo, 2011); Juan Andrade y Fernando Hernández Sánchez, compiladores 1917. La Revolución Rusa cien años después (Madrid: Akal, 2017); Osvaldo Bertolino y Adalberto Monteiro, compiladores: 100 Anos Da Revoluçao Russa. Legados e Liçoes (Sao Paulo: Editora e Livraría Anita y Fundaçao Mauricio Grabois, 2017); Isaac Deutscher, Stalin, biografía política (México: ERA, 1965) Sheila Fitzpatrick, La Revolución Rusa (México: Siglo XXI Editores, 2005), entre tantos otros.
[iv]  Roemer, John E.  A Future For Socialism (Londres: Verso, 1994), p. 25.
[v] Ver su  El Capital en el siglo XXI (México: FCE, 2014). A resultados coincidentes llega, desde una perspectiva marxista, Xabier Arrizabalo Montoro. Ver su notable libro Capitalismo y Economía Mundial (Madrid: Instituto Marxista de Economía, 2014) 
[vi] Se trata de Bill Gates, Amancio Ortega, Warren Buffett, Carlos Slim, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Larry Elisson y Michael Bloomgberg.
[vii] Informe de Oxfam a la Cumbre de Davos, Enero 2016
[viii] Sobre esto ver nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg,4ª edición, 2014). Desgraciadamente hay negociaciones en curso entre el gobierno de Mauricio Macri y la Casa Blanca tendientes a consentir la instalación de tres nuevas bases militares estadounidenses en territorio argentino.
[ix] Sobre la OTAN y América Latina ver de Mahdi Darius Nazemroaya,  Otan. La globalización del terror (prólogo de Atilio Boron) {Managua, 2015}
[x] Roemer, op cit. pp. 25-26
[xi] Las reflexiones volcadas en estas páginas fueron inspiradas, en buen grado por la lectura de la ya mencionada antología recientemente publicada en Brasil por Osvaldo Bertolino y Adalberto Monteiro y por las discusiones habidas en el Seminario Internacional que sobre el tema organizara en Junio de este año  la Universidad Federal de Río de Janeiro, a quien le agradezco la oportunidad de participar en dicho evento.
[xii] ¿Fin de ciclo progresista o proceso por oleadas revolucionarias?, en Rebelión, 24 de Junio de 2017. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228311
[xiii] Ver V. I. Lenin, Contra la burocracia y, en el mismo tomo, Diario de las Secretarias de Lenin (México, Pasado y Presente, Nº 25, 1977)
[xiv] Sobre la “coexistencia pacífica” ver su “Carta a los pueblos del Mundo en la Tricontinental”; sobre la economía de la Unión Soviética, ver la recopilación de sus notas en un texto tan incisivo como mordaz: “Apuntes Críticos de Economía Política” (La Habana, Ocean Press, 2006).
[xv] En Política Externa Independiente, publicación trimestral de Editora Civializaçao Brasileira S. A. , Nº 1, Mayo, 1965.
[xvi] Cf nuestro Estado, capitalismo y democracia en América Latina (Buenos Aires: CLACSO, 2003)
[xvii] El 2 de Agosto del 2017, un par de días después de realizada la elección a la Asamblea Nacional Constituyente, del dirigente de Acción Democrática, Henry Ramos Allup declaró su intención de presentarse como candidato en las elecciones de gobernador que serán efectuadas en Diciembre del corriente año. De este modo, se desmarca claramente de la fracción terrorista encabezada por Leopolo López, María Corina Machado, Henrique Capriles Radonsky y Freddy Guevara. Muchos otros seguirán los pasos de Ramos Allup. De todos modos no deja de llamar la atención que la violencia hubiese cesado de la noche a la mañana, lo que confirmaría las sospechas que una parte de los revoltosos –no los que se manifestaban pacíficamente- eran jóvenes para militares o sicarios contratados para cometer toda clase de fechorías con la complicidad de las autoridades municipales controladas por la derecha. Tal vez se agotó el financiamiento y las protestas “espontáneas” de la oposición, de “esa” oposición violenta y criminal, cesaron de inmediato una vez que el dinero dejó de fluir.
[xviii] Entrevista concedida a Ron Suskind, NYTimes Magazine, Octubre. 17, 2004), citada en Karen van Wolferen, “Karl Rove’s Prophecy: “We’re an Empire Now, and When We Act, We Create our Own Reality”, en http://www.globalresearch.ca/karl-roves-prophecy-were-an-empire-now-and-when-we-act-we-create-our-own-reality/5572533
[xx] Hemos examinado en detalle este asunto de las cuatro versiones de la teoría leninista del partido en nuestra larga “Introducción” al ¿Qué Hacer? (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2004)  


FUENTE: Atilio A. Boron: “La Revolución Rusa: Logros, derrotas, fracasos. Algunas lecciones para América Latina”, en Cuadernos Marxistas, Nov. 2017, Nº 13


segunda-feira, 13 de novembro de 2017

O Estado Ampliado como Ferramenta Metodológica

Texto da historiadora Sonia Regina de Mendonça publicado na Revista Marx e o Marxismo v.2, n.2, jan/jul 2014

Casa-museo de Antonio Gramsci
Resumo
Inúmeros estudos dedicados ao Estado brasileiro insistem em concebê-lo ora como questão da “natureza”, ora como “via de mão única” onde os atores sociais são tomados como “entidades” estranhas entre si. Isso remete a origem do Estado à ideia do contrato social, resultando num Estado-Sujeito que “paira” acima da sociedade, dotado de vontade própria e desvinculado dos grupos sociais. Foi o marxismo que se contrapôs a esta matriz, criticando seu extremo individualismo. Todavia, mesmo em seu interior algumas simplificações mecanicistas adulteram o conceito de Estado. As transformações sociopolíticas de inícios do século XX propiciaram condições para renovações no marxismo e sua noção de Estado, sobretudo aquela elaborada por Gramsci. Este, superando a dicotomia das matrizes anteriores, resgatou os conceitos de sociedade civil e sociedade política recriando o conceito de Estado Ampliado que, além de inovar teoricamente, institui-se em ferramenta metodológica contendo em si mesmo um “roteiro” de pesquisa.




sábado, 11 de novembro de 2017

Astrojildo Pereira: A Revolução Russa

Blog da Boitempo disponibiliza um artigo clássico de Astrojildo Pereira, recuperado para a edição especial da revista Margem Esquerda, um volume inteiramente dedicado ao centenário da Revolução Russa.

Escrito no calor da hora, texto foi e publicado no primeiro número periódico carioca O Debate, de julho de 1917. No ano seguinte, o jovem jornalista anarcossindicalista seria preso por participar da frustrada insurreição anarquista de 1918, sendo libertado em 1919. É sob o impacto mundial da experiência revolucionária russa que começava a se desdobrar que Astrojildo eventualmente adere ao comunismo, chegando a fundar, em 1921 o Grupo Comunista do Rio de Janeiro e, no ano seguinte, o Partido Comunista do Brasil.



* * *

A Revolução Russa

Por Astrojildo Pereira

Bem difícil, sem dúvida, é precisar o curso dos atuais acontecimentos na Rússia. Aliás, seria rematada tolice pretender firmar tais ou quais traços definitivos do grande movimento que deu por terra, abruptamente, com a casta dos Romanov, e com ela, de cambulhada, todas as demais castas aristocráticas e monopolizadoras das riquezas e do poder.


Movimento de tal magnitude e complexidade, revolvido por mil correntes diversas, há de por força manifestar-se confuso e contraditório, com altos e baixos, com claros e escuros violentos. Impossível, pois, determinar em linhas inflexíveis os traços essenciais dos fatos revolucionários e suas consequências. O que não quer dizer que, em meio do cipoal dos telegramas e correspondências e de outros documentos mais raros, não se possa fazer uma ideia mais ou menos aproximada do grande drama político – grande por si mesmo e ainda maior pelas suas consequências – da orientação que o tem guiado e das tendências que o caracterizam.

Os dois núcleos orientadores do movimento, a Duma e o Comitê de Operários e Soldados – este surgido da própria Revolução –, logo tomaram posições antagônicas, terminado o primeiro golpe demolidor. A Duma, vinda do antigo regime, pode-se dizer que representa, em maioria, a burguesia moderada e democrática, ao passo que o Comitê de Operários e Soldados, composto de operários, representa o proletariado avançado, democrata, socialista e anarquista. A Duma deu o governo provisório e o primeiro ministério; o Comitê de Operários e Soldados derrubou o primeiro ministro, influiu poderosamente na formação do segundo e tem anulado quase por completo, senão de todo, a ação da Duma.

Insignificante, sem nenhum peso, ao menos até agora, o elemento reacionário e aristocrático, a situação russa tem de obedecer, na sua luta pela estabilização pública, às duas forças principais enfeixadas pelo proletariado socialista e anarquista e pela burguesia democrática e republicana. A qual das duas forças está destinada a preponderância na reorganização da vida russa? O que se pode afirmar com certeza é que essa preponderância tem cabido, até agora, ao proletariado.

E como o proletariado, cuja capacidade política já anulou o papel da Duma burguesa, está também com as armas na mão, não encontrando, pois, resistência séria aos desígnios, não muito longe da certeza andará quem prever a sua contínua preponderância, até a completa absorção de todos os campos da vida nacional, extinguindo-se, de tal modo num prazo mais ou menos largo, a divisão do povo em castas diversas e inimigas.

E inútil é insistir na influência que tais acontecimentos exercerão no resto do mundo, na obra de reconstrução dos povos, cujos alicerces estão sendo abalados pelo fragor inaudito dos grandes canhões destruidores…


sexta-feira, 10 de novembro de 2017

Cafezinho no Almoço recebe hoje o Cônsul da Venezuela!

Bate papo ao vivo com o Cônsul da Venezuela no Rio de Janeiro, Edgar Alberto González Marín




terça-feira, 7 de novembro de 2017

Duas décadas depois, um encontro (nunca visto) entre dois gigantes do samba

Por André Barcinski



Em meados dos anos 1990, eu morava em Nova York e comecei o projeto de um documentário sobre a história do samba. Vim ao Brasil algumas vezes, por conta própria, e entrevistei músicos e historiadores, com a intenção de esboçar um roteiro para o filme.

Em 1996, um dos entrevistados, o cantor e compositor Nelson Sargento, me procurou para informar que Carlos Cachaça, à época com 94 anos de idade, estava muito mal de saúde, e que talvez fosse prudente filmá-lo logo.

Nelson Sargento e Carlos Cachaça (1902-1999) 


Carlos é um pioneiro do samba carioca. Nascido em 1902, foi um dos fundadores da Mangueira, em 1928, e compôs sambas clássicos, vários em parceria com o amigo Cartola. Em 1996, era o último sobrevivente entre os fundadores da Mangueira.

Nelson Sargento, embora 22 anos mais novo que Carlos, sabia tudo sobre a Mangueira. Cantor , compositor , pesquisador do samba e pintor , Carlos viveu na adolescência na casa de Alfredo Português, compositor da escola. Conheceu de perto Cartola, Nelson Cavaquinho, Carlos Cachaça, Jamelão, e todos os nomes importantes da história da Mangueira. Ninguém melhor do que Nelson, portanto, para entrevistar Carlos.

Vim ao Brasil, arrumei uma ótima equipe, com meus amigos Heitor D’Alincourt na produção e Fernando Lemos a cargo da fotografia, e filmamos, em 16 mm, o encontro de Carlos e Nelson, na casa do primeiro, no Morro da Mangueira.

Apesar da fragilidade física, Carlos deu um depoimento muito bonito e cantou alguns de seus sambas.
A entrevista toda durou cerca de 45 minutos. Editei as melhores partes e fiz uma versão de 23 minutos, que legendei em inglês, para tentar atrair investidores internacionais. Também busquei financiadores no Brasil.

Depois de dois ou três anos tentando conseguir grana para o filme, sem sucesso, desisti. O material ficou guardado em caixas.

Vinte e um anos depois da entrevista, em julho de 2017, reencontrei Nelson durante um debate na Casa Folha, na FLIP . Ele havia acabado de completar 93 anos, quase a mesma idade de Carlos quando o entrevistamos. Lembrei que aquela entrevista ainda era inédita, deixei a preguiça de lado, tirei a fita U-matic embolorada do armário e pedi a meus amigos da produtora Kuarup para digitalizá-la.

A fita estava em condição ruim, já bastante mofada, e som e imagem não haviam sido tratados. Mesmo assim, dá para assistir .

Fica aqui essa pequena homenagem a dois nomes fundamentais de nossa música…


domingo, 5 de novembro de 2017

O que “fazem os historiadores quando fazem História” e a relação desse “fazer” com a intervenção pública do historiador.

HISTORIOGRAFIA POLITICA: entrevista com o Prof. Dr. Josep Fontana
Revista de Teoria da História, Volume 16, Número 2, Dezembro/2016.
Revista da Faculdade de História e do Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal de Goiás.  v. 16, n. 2 (2016)

Texto completo:

Resumo


Josep Fontana Lázaro nasceu em Barcelona no ano de 1931. Estudou Filosofia e Letras na Universidade de Barcelona, obtendo sua licenciatura em 1956 e seu doutorado em 1970. Foi expulso da universidade em 1966 por motivos políticos, ainda no período do franquismo. Especialista em História da Espanha (séculos XIX e XX), História Econômica e Teoria da História, áreas que ministrou aulas durante sua trajetória acadêmica na Universidade de Barcelona, Universidade Autônoma de Barcelona e Universidade de Valência. Seus livros voltam-se, nomeadamente, para o século XIX espanhol, a transição do antigo regime para o capitalismo e a formação da sociedade da indústria a partir de um ponto de vista marxista. Além disso, publicou vários livros que visam perscrutar a historicidade da teoria da história em sua imbricação com a política. Intervém regularmente no periódico alternativo eletrônico Sin Permiso (http://www.sinpermiso.info/). No Brasil publicou os livros Introdução ao Estudo da História Geral, A Europa diante do Espelho, A História dos Homens e A História depois do Fim da História. Em decorrência de sua influência no campo da Teoria da História no Brasil enviamos ao professor algumas perguntas para esclarecer algumas de suas posições em torno do que “fazem os historiadores quando fazem História” e também a relação desse “fazer” com a intervenção publica do historiador.

Palavras-chave

Historiografia, Politica, Espanha, Marxismo.