sábado, 31 de maio de 2014

Com 300 obras, exposição apresenta trabalhos inéditos de Oscar Niemeyer


A mostra traz projetos tradicionais de Niemeyer e outros raros, que permaneceram no papel 

A partir dessa quinta-feira (5) até o dia 27 de julho, o público poderá conferir a exposição "Oscar Niemeyer: Clássicos e Inéditos". São mais de 300 obras exibidas na mostra que ocupam os três andares do espaço expositivo do Itaú Cultural.
A curadoria é de Lauro Cavalcanti e a expografia é de Pedro Mendes da Rocha. A Fundação Oscar Niemeyer junto com o Itaú Unibanco realizaram a digitalização de 4.800 desenhos e croquis originais do acervo da fundação já catalogados.
A exposição é dividida em cada um dos três andares: Clássicos (1º piso), Inéditos (piso -1) e São Paulo (piso -2). São 70 projetos, sendo 51 deles inéditos e 19 construídos, disponibilizados também em formato digital para consulta do público.
Eles se desdobram em 309 plantas, desenhos e croquis originais. Também faz parte da mostra, um rolo de 16 metros de comprimento, praticamente desconhecido, desenhado por Niemeyer durante a gravação do documentário "Oscar Niemeyer - O Filho das Estrelas", dirigido por Henri Raillard em 2001.
Serviço:
Oscar Niemeyer: Clássicos e Inéditos

Quando: 5 de junho a 27 de julho de 2014, De terça-feira a sexta-feira, das 9h às 20h. Sábados, domingos e feriados, das 11h às 20h
Onde: Itaú Cultural - Avenida Paulista, 149, Estação Brigadeiro do Metrô
Quanto: Entrada Franca
Mais informações: http://novo.itaucultural.org.br

“Marx Global”

Entrevista con Jan Hoff



El libro de Jan Hoff Marx Global representa sin duda el estudio más completo de las diferentes interpretaciones de la crítica marxiana de la economía política desde los años 60 hasta la actualidad. En esta entrevista, el autor presenta las cuestiones principales de este trabajo, reexamina las grandes interpretaciones y propone descentrar nuestro enfoque de Marx poniendo en primer plano algunos debates ampliamente ignorados en Europa o en los Estados Unidos.

En tu libro, Marx Global1propones una cartografía exhaustiva y ambiciosa de los debates en economía política marxista desde 1965. Puedes presentarnos los objetivos principales de esta obra? Por que las interpretaciones de Marx deben ser examinadas a la luz de su contexto de elaboración geográfico, social y político?

J.H.: El objetivo principal de Marx Global hace referencia al contexto específico de Alemania, donde siempre ha habido una cantidad considerable de investigaciones sobre Marx y su crítica de la economía política. Hoy, existen tres revistas alemanas dedicadas no solamente al marxismo en general (como es el caso, por ejemplo, deActuel Marx) sino a los “estudios marxianos” (o a la “marxología” como habría dicho Maximilien Rubel). En Alemania, mucha gente sigue leyendo El Capital y participan en debates que giran en torno a cuestiones metodológicas, la teoría del valor, la teoría de las crisis, etc.

En la Alemania Occidental (después de la Segunda Guerra Mundial), este interés por Marx arraigó en el movimiento estudiantil de los años 60, dentro del cual emergió una nueva consciencia de la pertinencia de las investigaciones metodológicas sobre El Capital (en este aspecto, la obra de Roman Rosdolsky fue crucial). La otra cara de la moneda de este debate alemán floreciente es su “provincialismo”, exacerbado en las últimas décadas, notablemente desde los años 80.

La mayor parte de los alemanes interesados en la crítica marxiana de la economía política apenas han conocido las discusiones que se desarrollaron en otros idiomas. Autores como Jaques Bidet, Enrique Dussel, Kozo Uno, etc. generalmente no son ni leídos ni mencionados en el debate alemán. Incluso la reciente literatura anglófona sobre Marx (pienso claramente en la “dialéctica sistemática”, en la teoría de la forma-valor y en las discusiones sobre las relaciones Marx-Hegel) es más bien desatendida en Alemania.

Escribí Marx Global como reacción a esta laguna, teniendo en cuenta el lector alemán, con la esperanza que el debate alemán se beneficie de una relación más estrecha y de un conocimiento más profundo de las discusiones que se desarrollaban en el exterior del país. Como escribe Marx en el prefacio del Libro I de El Capital “una nación puede y debe aprender de las otras”. Esta célebre máxima debería igualmente aplicarse a los debates alrededor de su teoría.

Por consecuente, el objetivo último del libro era contribuir a la “universalización” de las discusiones sobre la teoría marxiana del valor y del dinero, el método y la estructura de su proyecto, las categorías centrales como “capital en general” y la comprensión específica de su objeto.

Algunos capítulos de tu libro están dedicados a las lecturas japonesas, sur-asiáticas y latinoamericanas de Marx. Que podemos aprender no solamente teóricamente sino también política y estratégicamente de este enfoque descentrado de las interpretaciones “occidentalo-centradas” de la crítica de la economía política?

J.H.: Japón es un ejemplo asombroso, sin duda el caso más impresionante a escala mundial. Los estudios serios de El Capital comenzaron a desarrollarse después de la Primera Guerra Mundial, tras el lanzamiento de la primera edición completa en tres volúmenes (1920-1924). En el intervalo de unos años, asistimos a una recepción masiva de la crítica de la economía política. Aunque el marxismo fue oficialmente liquidado y numerosos intelectuales influyentes como Fukumoto (en 1928) o Kawakami (en 1933) fueron arrestados por razones políticas, se vendieron cientos de miles de ejemplares de El Capital. En 1945, con la emancipación del marxismo japonés de la represión del Estado, asistimos a un nuevo auge de este.

Comparamos con la Alemania Occidental: durante el periodo de posguerra, aunque solo un puñado de marxistas podían (es decir, estaban autorizados a) enseñar en (el marco de) la universidad, el estudio sistemático de El Capital estaba ampliamente expandido en Japón y ocupaba una posición de fuerza en el corazón mismo del mundo académico. Las diferentes escuelas “heterodoxas” que vieron la luz durante los años 1950-1970 -la escuela de Uno, la escuela- de la sociedad civil, la escuela de Hiromatsu- aún existen en el presente.

El debate latinoamericano parece más familiar y bastante similar a las discusiones llevadas a cabo en Europa occidental. Desde los años 1960-1970, diferentes corrientes de pensamiento marxista se disputaban la hegemonía, y la cuestión de saber si se era pro o anti-Althusser estaba generalmente en el centro de las controversias. Entre los estudios marxianos latinoamericanos, destaca el proyecto de lectura sistemática de los diferentes “borradores” de la obra central de Marx (esto es, de los Grundrisse El Capital pasando por los Manuscritos de 1861-1863) llevado a cabo por Enrique Dussel entre 1985 y 1990. El debate contemporáneo sobre Marx en Latinoamérica es muy activo, especialmente en Brasil. La recepción brasileña reciente de Marx se ha enriquecido con la publicación, en 2011, de la primera edición completa de los Grundrisse en portugués.

De ahora en adelante, está claro que la discusión de la crítica de la economía política es imposible de llevar a cabo desde un punto de vista eurocéntrico. En mi libro, he intentado mostrar que los países no europeos aportan un amplio abanico de contribuciones muy elaboradas a la discusión de la teoría de Marx que no pueden simplemente ser ignoradas por los actores del debate europeo.

La categoría de “marxismo occidental” elaborada por Perry Anderson sigue siendo pertinente? O necesitamos un nuevo tipo de topografía teórica?

J.H.: El término “marxismo occidental” popularizado por Perry Anderson es, en mi opinión, más bien problemático. Por otro lado, la definición que ofrece me parece bastante vaga. El principal problema que señalaría es que un tipo de categorización geográfica está asociada a criterios que remiten a un contenido más estrictamente conceptual. Algo que hace el mantenimiento del término, a mi parecer, muy delicado. Observemos algún caso concreto que muestre como el uso de esta categoría suscita una serie de problemas.

Georg Lukács y Karl Korsch son tradicionalmente considerados como los padres fundadores de esta tradición, pero estos dos teóricos fueron también influyentes (a través de Kazuo Fukumoto) durante el primer periodo de recepción del marxismo en Japón. Ahora bien, es pertinente utilizar esta categoría de “marxismo occidental” para caracterizar una cierta corriente del marxismo japonés de los años 1920?

Una cuestión similar podría plantearse a propósito del marxismo latinoamericano, en lo que concierne por ejemplo la reformulación de la teoría marxiana como “filosofía de la praxis” por parte del filósofo mexicano Adolfo Sánchez Vázquez en los años 1960. Podemos circunscribir este enfoque a las coordenadas del “marxismo occidental”?

E incluso, el humanismo marxista es tradicionalmente considerado como inscrito en el espectro teórico del “marxismo occidental” (a pesar del hecho que el anti-humanismo althusseriano sea también, según Anderson, parte de esta tradición), pero podemos decir tanto de la basta discusión sobre el humanismo marxista que se produce en China durante los años 80… Y qué pasa con varias corrientes de Europa del Este cuyas lecturas de Marx parecen bastante cercanas del “marxismo occidental”, como por ejemplo la Escuela de Budapest o el Grupo Praxis?

En todos estos casos, es difícil trazar una línea de demarcación clara entre “Marxismo occidental” y “Marxismo no-occidental”, al menos cuando se concentra en el contenido teórico de diversas interpretaciones de Marx antes que en su proveniencia geográfica.

Podríamos decir que, retrospectivamente, pudo existir en los años 60 una matriz conceptual común, en el plano de la crítica de la economía política, entre el althusserismo en Francia, el operaismo en Italia y lo que se elaboraba por parte de ciertos sectores de la Teoría Crítica en Alemania (Backhaus, Reichelt, Krahl)?

J.H.: Si examinamos esta cuestión más de cerca, puede resultar difícil delimitar y responder con un “sí” o un “no”. Pero es ciertamente posible identificar puntos de convergencia, de tensión y similitud entre estas corrientes.

De entrada, parece bastante difícil señalar un uso común de las obras de Marx desde un punto de vista filológico o bibliográfico, excepto el hecho que todas estas corrientes se refieren al Marx de madurez, el de la crítica de la economía política, antes que al joven Marx (pero esto de maneras cada vez diferentes). El operaismo así como la Neue Marx Lektüre (parcialmente influenciada por la Teoría Crítica frankfurtiana) tienen en común la insistencia en ciertos textos, realmente descubiertos y discutidos en esta época, como los Grundrisse; aunque en Francia, no es por parte de Althusser sino más bien de cierta “ultra izquierda” (Rubel, Camatte, Dangeville) o del trotskismo (el joven Jean Marie Vicent) que los Grundrisse fueron en un primer tiempo estudiados.

La coyuntura política es en cada uno de estos tres países singular, lo que hace complicada la idea de una “matriz conceptual común”: Althusser seguirá fiel al Partido Comunista Francés que fue durante un periodo suficientemente largo un verdadero partido de masas, mientras que la primera ola de la Neue Marx Lektüre era cercana al ala antiautoritaria y extraparlamentaria del movimiento estudiantil (representado por Hans Jürgen Krahl y otros) y guardó siempre sus distancias con el minúsculo Partido Comunista Alemán.

Desde el punto de vista teórico, también hay que tener en cuenta que ciertos teóricos asociados a la Escuela de Frankfurt como Alfred Schmidt criticaron rápidamente a Althusser cuando su pensamiento llegó a Alemania. En comparación con otros países de Europa occidental (Reino Unido, España), Althusser tuvo mucha menos influencia en Alemania Occidental durante los años 1970. Sin embargo, reconozcamos que Althusser y la Neue Marx Lektüre comparten una misma insistencia en la pertinencia de una lectura epistemológica de Marx.

La asociación mas célebre ente Althusser y el operaismo es probablemente la invitación hecha a Antonio Negri para dirigir un seminario parisino a finales de los 70, seminario que acabaría con la publicación de Marx más allá de Marx. Finalmente, el operaismo fue introducido en Alemanía Occidental durante los años 70, pero su recepción alimentó más las discusiones políticas que los debates especializados sobre Marx.

Tu libro acaba con una discusión de las teorías marxistas de la crisis. Cuales son las principales divergencias entre las diferentes concepciones marxistas de las crisis en general y los diferentes análisis de la crisis actual del modo de producción capitalista en particular? Podríamos interpretar la actual recuperación del interés por la “teoría de la forma-valor” como una voluntad de elaborar una teoría crítica unificada y sistemática de las crisis?

J.H.: Primeramente, mencionemos una cierta matriz canónica que proviene de los diferentes enfoques de la teoría marxista de las crisis ubicados entre la vuelta de siglo XIX al XX hasta los años 30. A saber, diferentes concepciones relativamente célebres y más o menos opuestas: interpretaciones de las crisis en términos de subconsumo o de desproporción, teoría de la sobreacumulación y diversas teorías del derrumbe.

En un segundo momento, a partir de de los años 1960-1970, aparecen nuevos enfoques: teoría del profit squeeze, enfoques relacionados con la escuela de la Regulación, tentativas diversas de combinar Marx y Minsky. En Japón se traza una vía propia con un amplio debate sobre la teoría de las crisis desde 1929 (Kuruma, Uno/Itoh, Tomizuka).

En todos los casos, soy bastante escéptico sobre la pertinencia y la utilidad de una gran teoría unificada y sistemática de la crisis. De todos modos, observemos con más precisión que hay en la obra misma de Marx.

He llegado a la conclusión que Marx tuvo razón en no considerar la crisis como un sujeto autónomo a tratar aisladamente y “en sí”, sino más bien como el reverso de la inmensa dinámica de acumulación del capital, como el reverso de la pulsión del capital a realizarse más allá de sus propios límites. La crisis no es nada más que el punto de inflexión del proceso cíclico de acumulación donde la autovalorización (Selbstverwertung) del valor se encuentra enfrentado a sus propios límites internos. El Capital de Marx posee una arquitectura compleja, es una totalidad estructurada que comprende diferentes niveles de abstracción. La crisis se refiere al proceso de acumulación del capital en múltiples niveles. De entrada, Marx no nos ha dejado una explicación o un único y sistemático capítulo referente a su teoría de las crisis, pero intentó tratar esta cuestión según sus diferentes aspectos y contextos, y según los diferentes niveles de abstracción de su conceptualización -partiendo de la teoría de la circulación simple hasta la teoría del crédito en el libro III.

Para concluir, pienso que las lecturas de Marx que tratan eso que podemos calificar de “teoría de la forma-valor” poseen una pertinencia real para la teoría de las crisis. La teoría marxiana del valor y de la forma-valor está relacionada internamente a su concepto de dinero -por ello algunos investigadores alemanes hablan de “teoría monetaria del valor” (monetäre Wertheorie) en Marx-, sabiendo que las nociones de dinero y crédito son fundamentales en la concepción marxista de las crisis. A nivel internacional, algunos investigadores se apoyan precisamente en el examen de las estrechas relaciones que pueden existir entre estas categorías con el objetivo de reformular el concepto marxiano de la crisis (podríamos citar, por ejemplo, el investigador sur-coreano No-Wan Kwack).

Entrevista realizada por Vincent Chanson y Frédéric Monferrand.
Traducción para Marxismo Crítico de Ivan Gordillo


1Jan Hoff, Marx global. Zur Entwicklung des Internationalen Marx-Diskurses seit 1965, Berlin, Akademie Verlag, 2009


“1914-2014: Imperialismo significa guerra”



Intervenção do KKE no Seminário Comunista Internacional
Bruxelas, 27-29 de junho de 2014
A contribuição do KKE sobre as questões do programa levantadas pelos organizadores
As características do imperialismo hoje
O Partido Comunista da Grécia (KKE), que segue sendo fiel ao Marxismo-Lêninismo e ao internacionalismo proletário, a partir deste enfoque trata a questão do imperialismo e da guerra.
Lênin definiu em sua grandiosa obra as características básicas do imperialismo, como capitalismo monopolista, fase superior e última deste sistema de exploração, antes da revolução socialista.
As transformações que ocorreram nos últimos 100 anos que tem a ver com os aumentos [de preços] em escala (por exemplo a escala de preços do mercado capitalista mundial, escala da especulação e do funcionamento parasitário do capital etc.) não podem negar o ponto de vista leninista como sustentam vários oportunistas, senão que o confirmam.
Por suposição, em condições de intensificação da internacionalização capitalista, de interdependência das economias, de fusão de setores do capital de diferentes países, há uma multidão de regulamentos e acordos interestatais monopolistas (políticos, militares e econômicos) entre Estados ou uniões, internacionais ou regionais (por exemplo FMI, OCDE, UE, OTAN, Comunidade Econômica Euroasiática, Organização do Tratado de Seguridade Coletiva, Organização de Cooperação de Shangai, BRICS, UNASUL, MERCOSUL, CELAC, ALBA etc.). Todos estão consolidados no terreno da economia capitalista e suas leis, estão conectados com os objetivos que têm as classes burguesas em relação às suas alianças, os objetivos que têm os grupos monopolistas em relação à expansão de sua atividade, pela conquista de mercados.
Nestas condições se desenvolvem percepções sobre “Estados supranacionais”, “eliminação da soberania nacional dos Estados”, que repetem a Kautsky, aproximam de maneira equivocada e errônea o tema da relação entre a economia e a política, o desenvolvimento da relação dos Estados nacionais burgueses com as uniões imperialistas.
Algumas forças políticas identificam o imperialismo com o ataque militar contra um país, com a política das intervenções militares, os bloqueios, o esforço de reavivar a velha política colonial. Assim, na Europa, para os oportunistas o imperialismo se identifica com a Alemanha e o chamado ponto de vista liberal autoritário dogmático. A política dos Estados Unidos sob a presidência de Obama se considera progressista, pelas diferenças parciais com a Alemanha sobre a gestão da crise, ou se considera como imperialista só em relação à América Latina. Se considera como progressista todo intento da burguesia, por exemplo da França, da Itália de confrontar o antagonismo com o capitalismo alemão. O oportunismo na Grécia tem como posição fundamental que o país está sob ocupação alemã, se converte ou se converteu em colônia e está sendo saqueado principalmente pela senhora Merkel e pelos credores. Acusam a burguesia do país e os partidos governamentais como traidores, antipatriotas, subordinados e serviçais da Alemanha, dos credores e dos banqueiros.
Desta maneira, contudo, ocultam que o imperialismo, ou seja o capitalismo monopolista, se relaciona com cada país capitalista. A burguesia de cada país participa nas diversas uniões imperialistas e na rede das relações internacionais entre os países capitalistas para a promoção de seus interesses e base de poder (econômico, político e militar) de cada Estado burguês.
Não se pode utilizar de maneira arbitrária a avaliação de Lênin de que um punhado, um pequeno número de Estados saqueiam a grande maioria dos Estados do mundo. Assim o imperialismo se identifica com um número muito limitado de países que podem ser contados com os dedos de uma mão, e todos os demais são considerados subordinados, oprimidos, colônias, ocupados.
Atualmente, os países que estão na cúpula, são poucas as primeiras posições do sistema imperialista internacional (se representa com o esquema de uma pirâmide para mostrar os diferentes níveis que ocupam os países capitalistas), inclusive se poderia dizer que são um punhado de países, segundo a expresão Lêninista. Mas isto não significa que todos os demais Estados capitalistas são simplesmente vítimas dos países capitalistas fortes, de que a burguesia da maioria dos países sucumbiu à pressão, apesar de seu interesse geral, e que se tornou corrupta. Este ponto de vista não leva em consideração de que se trata de uma opção consciente e evidente das classes burguesas para a participação de seus países na rede de interdependência desigual e por isso conduz a luta dos povos em direções equivocadas, como a direção anti-alemã na Europa, enquanto que no continente americano existe a posição anti-EUA.
Ao contrário, o KKE avalia que a luta contemporânea deve ter uma direção antimonopolista, anticapitalista e em nenhum caso não deve ser somente “antiimperialista” com o conteúdo que dão os oportunistas a este termo, ou seja que o imperialismo se identifica com a política exterior agressiva, relações desiguais, guerra, com a chamada questão nacional. Estes assuntos são apresentados separados da exploração de classe, das relações de propriedade e de poder.
As transforsmações na correlação de forças depois da Revolução de Outubro
A Revolução de Outubro marcou o início de uma grande época histórica. A época das revoluções socialistas vitoriosas. Ajudou o desenvolvimento rápido do movimento operário e comunista em todo mundo, assim como o colapso do sistema colonial. Em particular, através da industrialização, da coletivização e da Vitória Antifascista, na Segunda Guerra Mundial, mostrou o grande potencial e as vantagens do socialismo. Pode criar durante um período, uma correlação de forças internacional mais favorável e, por exemplo, um direito internacional que foi o resultado da correlación de forças entre o sistema capitalista e o socialista. Contudo, isso foi superestimado pelas forças do socialismo.
A derrocada do socialismo na URSS e nos demais países socialistas, devido aos erros (econômicos e políticos) do PCUS e, em geral, do movimento comunista internacional, não muda o caráter de nossa época.
A aparição de novas potências. Contradições interimperialistas.
A derrocada do socialismo na URSS levou à deterioração da correlação de forças à expensas dos povos, assim como a agudização das contradições interimperialistas. Entre outras coisas o direito internacional deixou de ser determinado pela correlação de forças entre o capitalismo e o socialismo e está totalmente regido pela correlação de forças entre os Estados capitalistas.
A experiência histórica mostra que tanto a Primeira como a Segunda Guerra Mundial foram o resultado de uma grande agudização das contradições interimperialistas para a nova divisão do mundo.
O KKE considera que a “profunda crise capitalista de superacumulação de 2008-2009, que em várias economias capitalistas na realidade não foi superada, é mais óbvia a tendência de mudanças significativas na correlação entre Estados capitalistas, sob o impacto da lei do desenvolvimento capitalista de produção. Esta tendência tem a ver com os níveis superiores da pirâmide imperialista. Contudo, os Estados Unidos seguem sendo a primeira potência econômica, mesmo com uma redução essencial de sua cota no Produto Bruto Mundial. Até 2008, a eurozona em seu conjunto mantinha a segunda posição no mercado capitalista internacional, uma posição que perdeu depois da crise. A China já tinha se convertido na segunda potência econômica, a aliança BRICS (Brasil, Rússia, Índia, China, África do Sul) se fortaleceu entre as uniões capitalistas internacionais, como é o FMI e o G20. A mudança na correlação de forças entre os Estados capitalistas trouxe mudanças nas alianças entre eles já que estão se intensificando as contradições interimperialistas pelo controle e nova repartição de territórios e mercados, de zonas de influência econômica, sobretudo dos recursos energéticos e naturais, de rotas de transporte de mercadorias.
As contradições interimperialistas que, no passado, deram lugar a dezenas de guerras locais, regionais e duas guerras mundiais, seguem conduzindo a duros confrontos econômicas, políticos e militares, independentemente da composição ou recomposição, as mudanças na estrutura e no marco de objetivos das uniões imperialistas internacionais, a chamada nova “arquitetura”. “A guerra é a continuação da política por outros meios”, sobretudo em condições de profunda crise de superacumulação e de mudanças importantes na correlação de forças no sistema imperialista internacional, onde a redistribuição dos mercados raramente ocorrem sem derramamento de sangre.
A relação capitalismo-crise-guerra conduz ao aumento do armamento, à criação de novas alianças militares e à modernização das velhas, como é o caso da OTAN.
Algumas forças veem o capitalismo como o “império” dos Estados Unidos e nesta base saúdam a aparição de novas potências capitalistas nos assuntos mundiais assim como a aparição de novas uniões interestatais. Estes desenvolvimentos são saudados como o início de um “mundo multipolar” que “reformará” e dará “nova vida” à ONU e às demais organizações internacionais, que escaparam da “hegemonia” dos Estados Unidos. Estes enfoques concluem que desta maneira se garantirá a paz no marco do capitalismo.
Na realidade, as forças políticas de diversas tendências ideológicas reconhecem as novas contradições interimperialistas e o reordenamento no sistema mundial e caracterizam como “democratização” das relações internacionais, como um mundo “multipolar”, a tendência de que mude a correlação de forças que foi criada depois do derrocamento do socialismo nos países socialistas, assim como a ampliação e a intensificação da atividade da OTAN e da UE nos últimos 20 anos. A nova correlação de forças abarca o fortalecimento da Alemanha, Rússia, China, Brasil e de outros países.
Suas diversas propostas, como por exemplo, a ampliação do Conselho de Segurança da ONU com outros países ou o aumento do papel internacional da UE ou inclusive da Rússia e da China nos assuntos internacionais, não podem alinhar os acontecimentos em bases diferentes. Isso é porque não podem deter os enfrentamentos interimperialistas que se manifestam nos âmbitos das matérias primas, a energia e as rotas de transporte, no conflito pelas cotas de mercado. O antagonismo monopolista conduz a intervenções militares e guerras locais ou generalizadas. Este antagonismo se leva a cabo com todos os meios que têm os monopólios e os estados capitalistas e que expressam seus interesses; está refletido nos acordos interestatais, que são constantemente questionados devido ao desenvolvimento desigual. Esse é o imperialismo, a fonte das agressões de guerra de menor ou maior escala.
A “nova governança democrática mundial” com “transparência”, “participação” e “solidariedade social” promovida pelas forças social-democratas e oportunistas, tal como o chamado “Partido da Esquerda Europeia” (PIE) e os partidos que o compõem, têm como objetivo embelezar ideológicamente a nova correlação na barbárie capitalista imperialista com o fim de desorientar os trabalhadores.
Os trabalhadores não tem nenhum interesse em crer que é possível “democratizar” o capitalismo e as relações internacionais e eleger a um imperialista que supostamente levará isto a cabo.
Cabe mencionar, como afirmava Lênin, este tema utilizando um exemplo concreto: “Um país digamos que possui três quartas partes da África enquanto que outro [possui] um quarto. O conteúdo objetivo de sua guerra é a nova repartição da África. De que país devemos desejar o êxito? O problema, tal como afirmei anteriormente, é absurdo, porque hoje dia não valem os antigos critérios de avaliação: Não há um amplo processo de um movimento burguês pela libertação, nem o amplo processo da decadência do feudalismo. A democracia contemporânea não tem razão para ajudar o primeiro país de consolidar seu “direito” sobre os três quartos da África, nem tampoco ajudar o segundo país (inclusive se este se desenvolveu em nível econômico mais rapidamente que o primeiro país) para controlar os três quartos.
A democracia contemporânea se manterá fiel a si mesma somente se não se une com nenhuma classe burguesa imperialista, só se diz que ambos são igualmente maus, só se deseja a cada país a derrota da burguesia imperialista. Qualquer outra solução será práticamente nacional-liberal e não terá a ver nada com o internacionalismo genuíno.
E concluo dizendo: “Porém, na realidade, hoje é indiscutível que a democracia atual não pode ir a reboque da burguesia imperialista reacionária – independentemente de que “cor” será esta burguesia (…)”.[1]
Sobre o renascimento do nacionalismo e do chauvinismo
As clases burguesas tratam de enganar e de convencer as massas operárias que a participação do país nas intervenções imperialistas, na preparação e na realização de uma guerra imperialista serve aos interesses da “pátria”, é um “dever nacional”. Isto é feito também em condições de paz pedindo o “consenso social” e a unidade social para que a “pátria” possa ser mais forte, assim como em condições de guerra. Na realidade em ambos os casos, de paz e de guerra, a burguesia pede aos trabalhadores que ajudem a melhorar sua posição na “pirâmide imperialista” e promover seus próprios interesses.
Ademais, as consignas se adaptam à fase em que está o capitalismo (crescimento capitalista ou crise). Por exemplo, atualmente no Brasil, que tem altas taxas de crescimento capitalista (ainda que últimamente este crescimento também tenha se abrandado) o chamamento da burguesia é que o país se reforce e que “se liberte da dependência do imperialismo dos Estados Unidos”, enquanto que na Grécia, donde está em desenvolvimento a crise capitalista, pede aos trabalhadores que engulam suas medidas venenosas para que o país consiga se livrar dos mercados internacionais de empréstimos e deste modo “recuperar” sua “soberania”. Mas, particularmente nas condições de guerra imperialista se promovem slogans tal como “organização patriótica unificada”, “reconciliação nacional”, “benefício nacional”, se promove a “especificidade” ou a “superioridade da nação” contra as demais nações etc. Neste sentido se utiliza o ressurgimento de forças fascistas, como é a organização criminal do [partido] “Aurora Dourada” na Grécia, como ponta de lança contra o movimento operário e comunista.
A burguesia às vezes utiliza o cosmopolitismo burguês e outras vezes o resurgimento do nacionalismo e do chauvinismo, com o objetivo de promover seus interesses.
O conflito contemporâneo através do enfoque da análise marxista
Em muitas regiões - que têm importância crucial para a distribuição do butim dos grandes recursos e depósitos energéticos, as cotas de mercado, as rotas de transporte de mercadorias - está em curso a corrida das potências capitalistas emergentes, em um esforço por ganhar terreno diante as velhas potências.
Assim sendo, cada vez mais estas contradições, acompanhadas de intervenções imperialistas, se podem ocultar sob diversos pretextos como “contra as armas de destruição massiva”, “pela promoção da democracia”, “contra o extremismo e o sectarismo religioso”, “contra a pirataria”, a favor das “revoluções de cores” etc.
Contudo, os pretextos não podem mudar a essência…
Gostaríamos de destacar nossas avaliações básicas sobre os acontecimentos recentes:
i. Os acontecimentos perigosos na Ucrânia se manifestaram no terreno da via de desenvolvimento capitalista, que segue este país.
ii. Os acontecimentos sangrentos em Kiev estão relacionados com a intervenção da União Europeia (UE), dos Estados Unidos (EUA) e a da OTAN; são o resultado de um antagonismo feroz destas potências com a Rússia sobre o controle dos mercados, das matérias primas e das redes de transportes do país.
iii. A derrocada do governo de Yanukovich não constitui um “desenvolvimento democrático” já que com o apoio da UE e dos EUA emergiram à superfície inclusive forças fascistas que são utilizadas pela UE, EUA e a OTAN para a promoção de seus objetivos na região de Eurásia.
iv. O KKE condenou as intervenções estrangeiras nos assuntos internos da Ucrânia, assim como a atividade das forças fascistas, o anticomunismo, o intento de proibir o Partido Comunista e a ideología comunista e as atividades de vandalismo contra o monumento de Lênin e de outros monumentos soviéticos antifascistas. O KKE destaca estes temas através do Parlamento, do Parlamento Europeu, da assembleia parlamentar do Conselho da Europa, em um protesto na embaixada da Ucrânia em Atenas, e junto com o Partido Comunista Alemão em um Comunicado que elaboraram conjuntamente e foi assinado por mais de 50 partidos comunistas de todo o mundo.
v. Destaca que a solução para o povo ucraniano tampouco é a integração da Ucrânia à Rússia capitalista atual. O intento de dividir o povo ucraniano em base étnica e linguística e de levá-lo a um massacre, com incalculáveis consequências trágicas para este povo e seu país, para que escolha uma ou outra união interestatal capitalista, é totalmente estranho aos interesses dos trabalhadores.
vi. Expressou a convicção de que o povo trabalhador da Ucrânia deve organizar sua própria luta independente, tendo como critério seus interesses, não qual imperialista escolhe uma ou outra seção da plutocracia ucraniana. Traçar o caminho pelo socialismo, que é a única solução alternativa aos caminhos sem saída da via de desenvolvimento capitalista. Em qualquer caso, o povo da Ucrânia experimentou o que significa o socialismo. Em grande medida recorda com carinho as conquistas sociais enormes que tinham a classe operária e os demais setores populares.
vii. O KKE exige que a Grécia não tenha nenhuma participação, nenhuma implicação nos planos imperialistas da OTAN, dos EUA e da UE na Ucrânia. Enfatiza que a crise capitalista e as guerras imperialistas caminham lado a lado e nosso povo não tem nenhum interesse na participação da Grécia nestes planos.
O papel da social-democracia
Depois do estouro da Primeira Guerra Mundial imperialista, os partidos social-democratas-reformistas traíram abertamente a classe trabalhadora, se transformaram em partidos social-chauvinistas, apoiando a burguesia de seus países, votando a favor dos créditos de guerra e pedindo à classe trabalhadora em seu país a sacrificar-se em nome da defesa da pátria para os interesses do capital. Desta maneira, as resoluções de congressos socialistas internacionais anteriores relacionadas à transformação da guerra imperialista em luta pela conquista do poder operário, [é] uma linha que foi elaborada após a intervenção de Lênin e de outros revolucionários marxistas consequentes.
Hoje em dia, a social-democracia oficial abandonou toda “folha de figueira” [para esconder as vergonhas] em relação a 100 anos atrás, e se converteu em toda Europa em um dos pilares do sistema político burguês.
Contudo, o oportunismo está tratando de tomar a posição da social-democracia antiga, que formou seu próprio pólo na Europa através do Partido da Esquerda Europeia, um partido enbasado nas leis da UE e defensor de “esquerda” da barbárie imperialista, apoiador e propagandista da aliança depredadora da UE.
Estas forças da “nova” social-democracia participaram nos últimos anos dos governos da “centro-esquerda” na França e na Itália, que desenvolveram a guerra imperialista da OTAN contra Iugoslávia. Apoiaram os pretextos imperialistas e as intervenções na guerra contra a Líbia, contra a Síria e na intervenção contra a República centro-africana.
Na Grécia, [o partido] SYRIZA, que é uma amálgama de oportunistas e social-democratas, promove o slogan da “dissolução da OTAN”. Mas, como se pode dissolver este organismo imperialista se não se vê debilitado pela retirada de cada país desta? Esta retirada em nossos dias, como destaca o KKE, para que seja um verdadeiro desmembramento de toda união imperialista, só pode ser garantida pelo poder operário. Na realidade, a postura do SYRIZA é em geral pacifista e somente nos slogans se expressa contra a OTAN; na prática não afeta em absoluto a existência e a atividade do organismo imperialista da OTAN, nem tampouco a participação de cada país nos planos imperialistas.
O perigo de uma guerra mais ampla e significativa e as tarefas dos comunistas
O conflito, em maior ou menor grau, pode “abraçar” toda a região, que vai do Mediterrâneo Oriental, Oriente Médio, África do Norte até o Golfo Pérsico, o Cáucaso, os Balcãs e o Mar Cáspio. Contudo, podem estalar em outras regiões como a África, a região da Ásia Central e Leste, a Península da Coreia, o Ártico etc.
O KKE, com as resoluções de seu 19º Congresso, está preparando e orientando as massas operárias e populares diante da possibilidade da implicação de nosso país em uma guerra imperialista. No programa do KKE, aprovado no 19º Congresso, se destaca: “Estão aumentando os perigos na região em geral, desde os Balcãs até o Oriente Médio, para uma guerra imperialista generalizada com a implicação da Grécia nesta.
A luta pela defesa das fronteiras, os direitos soberanos da Grécia, desde o ponto de vista da classe operária e dos setores populares, é parte integral da luta pela derrota do poder do capital. Não há nada que ver com a defesa dos planos de um ou de outro pólo imperialista e na rentabilidade de um ou de outro grupo monopolista.”[2]
Neste sentido, o KKE trata com critérios classistas a questão da defesa do país (as fronteiras, os direitos soberanos em geral), isto é, desde o ponto de vista da classe operária e das camadas populares, o vínculo com a luta pela desarticulação dos planos e das uniões imperialistas, pela derrocada do capitalismo e a construção da sociedade socialista.
Ademais, a história nos ensinou que inclusive em condições de ocupação, de dissolução da construção estado-nação, a classe operária não pode lutar contra a ocupação a partir do mesmo ponto de vista que a burguesia, não pode se aliar com nenhum de seus setores. Para a classe operária e para os setores populares pobres, a guerra e a ocupação são a ampliação da exploração capitalista, são a criação do domínio econômico e político do capital. A classe operária luta contra a indigência, a opressão e a violência das forças de ocupação, contra a intensificação da exploração, contra os acordos imperialistas internacionais. Sua “pátria” é uma pátria liberada dos capitalistas, fora de associações imperialistas, uma pátria em que a classe operária será a dona da riqueza que produz, em que ela estará no poder. A guerra da classe burguesa pela sua “pátria”, independente se faz aliança com a ocupação estrangeira ou se resiste a esta, uma vez mais se realizará para os interesses dos grupos monopolistas, pela restauração de um acordo sobre a divisão dos mercados que servirá ao interesse dos monopólios locais, não os intereses dos trabalhadores e do povo.
O KKE tirou conclusões necessárias da luta armada que levou a cabo durante a Segunda Guerra Mundial, contra a tripla ocupação estrangeira fascista do país (alemã, italiana, búlgara). Então, apesar da preponderância dos grupos armados de EAM-ELAS [Exército de Libertação do Povo Grego] que eram dirigidos pelo KKE, desgraçadamente nosso partido não foi capaz de vincular a luta antifascista, a luta contra a ocupação estrangeira com a luta pela derrocada do poder do capital no país, porque não havia formado em suas fileiras uma estratégia correspondente. Hoje em dia, tirando conclusões valiosas da trajetória histórica de nosso partido, desenvolvemos tal estratégia para encarar os perigos de participação de nosso país em novas guerras imperialistas locais, regionais e generalizadas.
Na resolução política do 19º Congresso se destaca: “No caso de implicação da Grécia em uma guerra imperialista, seja defensiva ou agressiva, o Partido deve dirigir a organização da luta operária e popular independente em todas suas formas para a luta pela derrota completa da burguesia – nacional e estrangeira invasora”[3].
Em condições de uma guerra imperialista, a vanguarda política da classe operária, seu partido, tem a tarefa de destacar a necessidade da unidade classista dos trabalhadores, da aliança com as forças populares, a dimensão internacionalista da classe operária e as tarefas que derivam desta. A postura diante da guerra é a postura diante da luta de classes e da revolução socialista, é a luta para a transformação desta guerra em uma luta classista armada, “a única guerra de libertação”, segundo Lênin. São valiosas as elaborações de Lênin quando desenvolvia a teoria do elo mais débil, ou seja vislumbrando a possibilidade de uma maior agudização das contradições, a formação prévia de uma situação revolucionária em um país ou grupo de países, estabeleceu cientificamente a possibilidade de que a revolução prevaleça em princípio em um ou mais países. Consequentemente, em tal guerra, a coordenação, as consignas comuns e a atividade comum com o movimento revolucionário de outros países constituem uma condição importante para a perspectiva do estalar e da vitória da revolução socialista em mais países, a possibilidade de outro tipo de cooperação ou união de Estados, com base na propriedade social, a planificação central com o internacionalismo proletário. Ao mesmo tempo, o KKE está intensificando sua luta contra o oportunismo porque como assinalou Lênin: “a luta contra o imperialismo é uma frase vazia e falsa se não está ligada indissoluvelmente à luta contra o oportunismo”[4].
Nós, os comunistas, que fundamentamos nossas análises na teoria do socialismo científico, sabemos muito bem que a guerra é a continuação da política com outros meios, precisamente violentos. A guerra nasce no terreno do conflito dos diferentes interesses econômicos, que impregnam todo o sistema do capitalismo. É por isso que por mais que a guerra seja inevitável nas condições do capitalismo (como as crises econômicas, o desemprego, a pobreza etc.), ao mesmo tempo não é um fenômeno natural. É um fenômeno social que já está relacionado com a natureza da sociedade em que vivemos. A sociedade tem como “pedra angular” a rentabilidade dos que possuem os meios de produção. Os monopólios e seu poder geram a guerra imperialista. Em conclusão, nossa luta por uma sociedade onde os meios de produção serão propriedade popular (não propriedade de uns poucos), onde a economia funcionará de maneira planificada a nível central e controlada pelos próprios trabalhadores, com o fim de satisfazer as necessidades populares (não o aumento dos lucros dos capitalistas), está ligada de forma inextricável com a luta contra a guerra imperialista, contra a “paz” imposta pelos imperialistas com a “pistola na cabeça do povo” que está preparando as novas guerras imperialistas.
Contudo, a conclusão de que enquanto exista o capitalismo, existirão também as condições que dão lugar à guerra, não significa absolutamente fatalismo e derrotismo. Pelo contrário! Nos dirigimos à classe operária do país, aos povos de nossa região e ressaltamos que seus interesses coincidem com a luta anticapitalista-antimonopolista comum, pela desarticulação dos organismos imperialistas, pelo desmantelamento das bases militares estrangeiras e pela eliminação das armas nucleares, pelo regresso das forças militares das missões imperialistas, pela expressão de solidariedade com todos os povos que lutam e tratam de traçar seu próprio caminho de desenvolvimento. Para que nosso país se desenrede dos planos e das guerras imperialistas. Para que se concretize o lema: “Nem água nem terra aos assassinos dos povos!”. Esta é uma luta diária. É uma luta com objetivos específicos, que os comunistas levam a cabo de maneira unificada, não separada da luta pelo poder.
Seguem sendo atuais as posições de Lênin que destacava que “os lemas do pacifismo, do desarmamento internacional no capitalismo, os tribunais de arbitragem etc. não revelam somente utopismo reacionário, senão que, além disso, constituem para os trabalhadores um engano manifesto tendente a desarmar o proletariado e afastá-lo da tarefa de desarmar os exploradores.
Só a revolução proletária, comunista, pode tirar a humanidade do beco sem saída criado pelo imperialismo e pelas guerras imperialistas. Quaisquer que sejam as dificuldades da revolução e os reveses temporários possíveis ou as ondas contrarrevolucionárias, a vitória final do proletariado está assegurada”[5].
[1] V.I.Lênin: Bajo una bandera ajena, Obras Completas, ed.Sinchroni Epochi, v. 26, pp. 140-141 y 146.
[2] Programa del KKE.
[3] Resolución Política del 19º Congreso.
[4] V.I.Lênin: El imperialismo, fase superior del capitalismo, Obras Completas, ed. Sinchroni Epochi, v. 27, p. 424.
[5] V.I.Lênin “Programa del Partido Comunista de Rusia (bolchevique)”, Obras Completas, ed,Sinchroni Epochi, v. 38, p. 421.